Me
han coloreado el alma y no entro en calor.
Incapaz
de controlar nada. Rebobino mientras cierro los ojos, siento… Dejé mi calor en
su cuerpo, de repente, sin previo aviso. “No beso, si no siento” hay palabras
que se escriben sobre el agua, otras se tatúan a fuego.
Si,
me has desarmado y aún no entiendo cómo. Poquito a poco has dejado que me
sintiera bien conmigo misma, sin aparentar nada, sin zarandajas, me has dejado
ser. Y hasta que no he sido consciente de ello no me ha dado vértigo. Ahora soy
como un elefante en una cacharrería, intento no tocar, ni tirar nada y en cada
intento lanzo una estantería por los aires.

En
una sociedad enlatada, con estereotipos creados y etiquetas personales del
tamaño de las vallas publicitarias, siguen existiendo personas que no se dejan influir
por todo ello. La vida, a veces, en un acto de generosidad, pone a una de ellas
en tu camino.
Ahora,
mirando por la ventana, espero que la lluvia que cae sea capaz de llevarse la
desazón, el desasosiego, la angustia… deseo egoísta, si lo analizo bien.
Disculpa,
no quería que te sintieras decepcionado. No fue mi intención provocar ese
sentimiento tan duro en ti. No voy a explicar mi actitud, no existe una
explicación clara. No voy a escudarme en mi pasado… Estoy aprendiendo a dejarme
querer sin intereses creados y no me está resultando nada fácil, trato de no
dejarme llevar por sensaciones, trato de no cerrar los ojos, trato de no
rebobinar y desear, pero no me está resultando nada fácil… Siento que tu
preocupación se haya tornado decepción en un abrir y cerrar de ojos. A veces
necesito un punto sobre la i para reaccionar y el silencio es un punto muy
claro y duro. Aunque si realmente te sientes engañado, estas en pleno derecho
de poner puntos a todas las íes que encuentres.
A
veces, la vida, en un acto de pura inteligencia, hace desaparecer los elefantes
de las cacharrerías…