
El
olor a café era una recompensa a su ya ajetreada mañana. Un poco de hielo en el
vaso, delicioso elixir. La noche había sido complicada, el día no podía ir
peor, así que subió al bus, ignoró la mala cara del resto de los viajeros y
disfruto del corto trayecto.
La
jornada de trabajo no fue mucho mejor que la noche, al menos las voces fueron sustituidas
por caras de agobio y contestaciones cortantes, mas no eran fantasmas del
pasado. Ganaba con el cambio.
La
tarde le brindó algún momento de tranquilidad que dedicó a garabatear palabras.
El cansancio la venció y se quedó dormida en el sofá.
La
televisión estaba encendida, mas no emitía ningún sonido. El portátil ronroneaba
sobre la mesa. La vela que había encendido agonizaba, cuando la alarma del
móvil la sobresaltaba… le dolía el cuello… apagó la tele, reinició el
ordenador, terminó con aquella insignificante llama y se dio una larga ducha
mientras la cafetera iniciaba otro día más… encima de la mesa estaba el folio
sobre el que había garabateado un sinsentido:

…contar,
reír, llorar, besar, gritar, abrazar, cantar, discutir, apoyar, estar, ser…
hagamos un trato…∞
…
un sinsentido, ridículo, pretencioso,… sentido…
Era
viernes, un día más en su maltrecha semana…