
-¡Entra! ¿Te apetece un café? Acabo de poner
una cafetera. Te abro la puerta, espera…
…olía
a café, el aire circulaba libremente, las ventanas estaban abiertas. El cubo de
la fregona en el pasillo delataba que las tareas de la casa estaban a punto de
ser terminadas. Sin mediar palabra un abrazo le sorprendió gratamente,
acogedor, delicado, sentido...
-¡Pasa! Curiosea, voy a por dos tazas de
café, lo quieres con leche, ¿verdad?
…las
paredes estaban desconchadas por una evidente humedad que había echado a perder
la pintura, los muebles descabalados, ninguno tenía que ver con otro, una cama
hacía las veces de sofá en el salón, las bombillas de bajo consumo colgaban de
sus casquillos sin otro ornamento que el techo blanco, libros y libros por
todas partes, en la entrada, en el salón, en el pasillo, en las habitaciones,
fotos de familia y recuerdos de trabajos infantiles, había siluetas de manos
blancas en el pasillo, sobre las paredes…

…
sonaba música, un grifo abierto y cubiertos, los olores a comida entraban y
salían, la puerta del patio estaba abierta, un patio donde a esas horas se
mezclaban la ropa recién tendida, los huevos batidos y un guiso que olía a
gloria…
-Pintamos cada dos o tres años, y cada uno
elije el color de su habitación y los dibujos que quiere sobre las paredes, en el
pasillo (ya por costumbre) ponemos las huellas de nuestras manos… las humedades
no nos dejan disfrutar mucho del trabajo bien hecho, nos acostumbramos pronto a
los desconchones y las manchas oscuras de humedad… la última vez nos dio por
los colores con personalidad, pronto volveremos a pintar, quizás el verano que
viene…
…las
tazas de café humeaban encima de la mesa del salón, el caos hogareño le atrapó,
se sentía a gusto, no lo lograba entender… él, …que idolatraba el minimalismo,
que todo tuviera un orden lógico, que todo fuera a juego, que todo… encajara…
él, se sentía bien, acogido, sin ganas de que la sensación terminara…
…en
ocasiones la vida te muestra que los prejuicios materiales, las falsas imágenes
deseadas, el derroche de alienación decorativa, no es más que eso, lugares
idílicos donde posarías la mirada incluso el deseo, pero no te sentarías a
pasar una tarde de manta y palomitas de maíz…