
El tiempo diluye todo, incluso
las necesidades más básicas, pero que el reloj no pare, no significa que no se
encuentre ese placer ancestral de acurrucarse íntimamente en lo conocido, en lo
acogedor…
Aprendemos a posponer
decisiones complicadas y nos dejamos llevar haciéndonos prisioneros voluntarios
del día a día. Aparentamos que todo va bien aún sin querer lo que tenemos por
miedo a perderlo.
A veces hay que luchar, pero
otras, una retirada es una gran victoria. Casi siempre tiramos demasiado de la
cuerda, casi siempre la cuerda se rompe y con un poco de suerte no nos da en
las narices, mas en ocasiones hay que dejar que la cuerda no parta, por
respeto, por madurez, por cariño, por todo lo compartido, por hacer un pequeño
homenaje a los buenos momentos vividos…
Me gusta la gente que es lo que
es, sin zarandajas… me gusta la gente que lucha hasta el final y también la que
sabe cuando llegó éste… me gusta la gente que no finge, que no esconde, que es
capaz de hacer suyos momentos muy complicados… me gusta la gente que sin
olvidar quién es se adapta a las situaciones lo mejor que puede… me gusta la
gente que se desnuda sin pudor ante los suyos… me gusta la gente que tiene la
mirada sincera… me gusta la gente que de sus imposibles crea una posibilidad…

Deseo que ese “todo bien” sea
mucho más real de lo que ha sonado en mi cabeza. Sigo estando ahí, como siempre...