
Quizás
debería haber acudido a ti, no para que soluciones nada, sino para que me dieras
un abrazo de esos que se dan sin prisas, sin palabras, solo para saber que estás
conmigo.
Quizás
solo tenía que haberme dejado llevar por mi primer impulso, que fue llamarte,
pero luego pensé que estarías cansado y con demasiados objetivos cercanos como
para preocuparte.
Quizás
debí recordar aquello que me dijiste tan enfadado “…los amigos siempre tienen
tiempo…” pero otras veces, cuando lo intenté, no pudiste…
Quizás
simplemente no quería que me juzgaras, sé que posiblemente no lo hubieras hecho
(o sí) pero no era capaz de enfrentarme a ninguna crítica y la verdad es que
aún no tengo fuerzas para ello, pero al menos soy capaz de escucharlas y
posponer el momento del “derrumbe” unos instantes (los suficientes para salir
corriendo).
Quizás
no aprenda nunca a creer que hay alguien ahí fuera que se preocupa de esa
manera por mí. Quizás te haya decepcionado (una vez más) y eso precisamente es
lo que mantiene lejos...
Quizás…
ahora ya no sepa como acercarme, … quizás…