jueves, 20 de octubre de 2011

...le fallé



Corría y zigzagueaba por los caminos, yendo y viniendo, siempre con su corazón puesto en la compañía de los que paseaban junto a ella.
Disfrutaba del momento, ahora era su momento más feliz.
Cada vez que el camino le brindaba una piedra simplemente jugueteaba con ella, cuanto más grande mayor era la diversión. … y esa manera tan peculiar de beber agua intentando morder la solidez de su alma. Era feliz…
Cuatro años de idas y venidas, cuatro años demostrando que sus ganas de vivir eran más fuertes que un envenenamiento, o un calcetín con sabor a queso que acampo en su interior durante dos semanas… era vida, incansable, paciente, cuidadosa, preocupada, inquieta… intensa, alegre, tontorrona… con esa mirada que parecía gritar “¡venga, vamos!”…

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