Trate de prometerme a mi
misma que no escribiría esto, no es buena idea, pero la batalla entre la discreción y la
impotencia no está siendo nada equilibrada, así que voy a abusar de vuestra
confianza y os contare una pequeña historia.
No hace mucho tiempo,
mientras corríamos a trabajar, un grupo de chiquillas hacían planes para salir
de la ciudad y jugar uno de esos partidos de los que tanto disfrutaban. A pesar
de que todo el grupo daba por supuesto que Minerva llevaría su coche, ésta estaba
cansada y no tenía los mismos planes. Así que buscaron ayuda y el padre de Hebe,
muy generosamente, alquiló uno para la ocasión. El día fue estupendo, jugaron
el partido y regresaron a la ciudad. Alguien debía hacerse responsable de las
llaves del coche alquilado y Hebe pidió a Vesta que lo hiciera ella. Vesta, con
cuatro de sus compañeras, fue a dejar el coche bien aparcado. Vesta se quedó
con las llaves. En ese trayecto, como es lógico, las conversaciones siguieron y
con ellas ciertos comentarios que a Vesta no le resultaron ni agradables ni
justos. Hablaban de la actitud de Minerva. Vesta que se considera amiga de
Minerva llegó a casa y lo comentó. Su madre, trato de que no le diera mucha
importancia, pero Vesta mostraba una preocupación enorme por el enfado de
Minerva si no se lo contaba. Después de una noche larga, a la mañana siguiente
consideró que lo mejor era contárselo a Minerva, y aunque sabía que su primera reacción
sería dura, se arriesgó y lo hizo. Como era de esperar, Minerva tomó una decisión
bajo la influencia del enfado, y anunció a Vesta que lo dejaba, que estaba
harta. Vesta, preocupada por su compañera y amiga lo comentó a su familia y
después de darle muchas, muchísimas vueltas consideró que contárselo a Mercurio
sería al menos un punto de partida para que Minerva considerase cambiar su
decisión, era consciente que Minerva se enfadaría pero estaba dispuesta a
correr el riesgo para evitar que su amiga dejara algo que le gustaba.
Tras todos estos
acontecimientos, y como era de esperar, el resto del grupo se enteró de lo
sucedido, entre ellas Hebe, que en un principio decidió apoyar a Vesta. Pero
esto no iba a durar mucho tiempo. Al finalizar uno de sus entrenamientos
decidieron hablarlo entre todas y para sorpresa de Vesta y después de escuchar
la versión coreografiada de la conversación del resto de los ocupantes del
coche de alquiler, Minerva y Hebe pasaron a creer al grupo uniéndose a ellas en
los reproches, insultos y comentarios hirientes que en aquel momento
consideraron oportunos.
A Vesta le esperaba otra
noche dura, llena de preguntas, dudas y lagrimas, no fue capaz de pegar ojo.
Había pensamientos que su cabeza no le permitía abandonar: “después de una
conversación, los participantes siempre tienen una percepción diferente de lo
hablado, hay pequeños matices que para unos son más importantes y para otros
pasan desadvertidos, pero las palabras dichas, simplemente son, se dijeron”
“Puedo haberme equivocado en la interpretación, quizás su intención no fue la
que yo entendí, pero las palabras se dijeron”. Esa duda sobre si misma, la hacía
generosa con la situación, intentaba ponerse en el lugar de sus compañeras,
incluso admitía que podía haberse equivocado, lo único que no entendía era ese
ensañamiento que había sufrido.
Ahora Vesta se
enfrentaba a otra difícil decisión, ir al siguiente partido o no, puesto que al
último entrenamiento ya había dicho que no iría. Sabía que cualquiera que fuese
su decisión ella sería la ajusticiada de nuevo, aún así, y lejos de huir (que
era lo que el cuerpo le pedía, meterse en la cama y que el tiempo pasase),
lejos de huir, opto por el bien común y fue al partido. Curiosamente se vio
sorprendida por una decisión técnica (tramada días antes) y jugó su partido
desde el banquillo, su reacción resulto ser muy generosa, ayudó a sus
compañeras, animó sin desfallecer, y mantuvo el tipo lo mejor que pudo en
aquella situación. Por desgracia, aquella realidad, no paso desapercibida para
los asistentes. Público y equipo rival se preguntaban qué estaba pasando, por
qué Vesta no estaba jugando. Entre los espectadores había personas grabando y
subiendo videos a las redes sociales. La noticia corrió como la pólvora.
Durante el descanso, Hércules, uno de los miembros del club de Vesta, le
preguntó y al ver su cara, no necesitó muchas explicaciones. Hércules, rescató
a Vesta de la pregunta que todos le hacían, explicando, con una pequeña falacia
la situación y tratando de tranquilizar el ambiente. “Vesta tiene molestias en
una rodilla, por eso no puede jugar”. Pero claro, las redes sociales hicieron
su función y llegaron las llamadas, los mensajes, los audios desde muchos
sitios, ciudades. Las personas que conocían a Vesta o habían jugado con ella, podían
asegurar sin temor a equivocarse que Vesta no se había quedado por decisión
propia en el banquillo, por muy lesionada que pudiera estar, a algunos no les
cuadraba la explicación y se preocuparon por Vesta, otros simplemente querían
cotillear. Las respuestas de Vesta fueron superficiales e inocuas, tanto para
el equipo como para el club.
Al finalizar el partido,
Hércules acercó a Vesta a casa, con la promesa de hablar largo y tendido
durante la semana. Más tranquila aunque con una tristeza palpable en la cara,
Vesta siguió recibiendo toda clase de mensajes, audios, videos, llamadas entre
las cuales se encontraba la de Mercurio, para interesarse por ella, y saber si la decisión había sido
suya o del equipo, la conversación duró medio minuto, no más, y sus
contestaciones de nuevo generosas, e inocuas para el equipo, aunque sin faltar
a la verdad. Esta vez, las interpretaciones coreografiadas no iban a resultar,
puesto que todo el que estaba en aquel pabellón vio lo que pasó, hasta el
entrenador del equipo rival, dándose cuenta de la situación tan tensa vivida, ya
que muchas las compañeras de Vesta no le dirigieron la palabra, incluso alguna
le llegó a negar el saludo, cogió a Vesta y la abrazó, gesto que ella agradeció
enormemente puesto que se sentía humillada, desterrada…
Faltaban dos partidos
para finalizar la temporada, Vesta hubiera pactado con Cronos para que se diera
prisa y corriera hasta la fecha fin, pero sabía que su deseo no podía
cumplirse. El cansancio mental, la sensación continua de que tenía que
defenderse de ataques gratuitos, ese linchamiento silencioso estaban haciendo
mella. Sus compañeras no se habían puesto en contacto con ella, exclusivamente
Mercurio y Hércules para hablar más sosegadamente sobre la situación. Esas
conversaciones relajadas, aunque conmedidas, no vomitaron en ningún momento ni una
sola palabra contra su equipo, es más, Vesta siempre dio una versión, su
versión de la situación, sin dañar y sin faltar a la verdad siendo muy
consciente que no estaba en posesión de la verdad absoluta, verbalizando
mientras reprimía las lagrimas que su versión nunca intento hacer daño a
Minerva.
Lo que Vesta no contaba,
no le parecía que fuera el momento, era lo que en su casa habían estado viendo
durante toda la temporada. Vesta solo falto a dos entrenamientos hasta el día
del partido, dos. A pesar de los roces personales que se daban en el equipo, en
el campo, Vesta jamás se portó mal con ninguna de sus compañeras. Ayudó e
intentó proteger a Minerva, y en muchas ocasiones a Hebe, facilitando
solucionar malentendidos vividos. Vesta tenía carácter, a veces era difícil,
ella era consciente, pero procuraba ser justa con todas sus compañeras. Con la
que más injusticias cometió, menos generosa fue y más errores cometió fue con
ella misma, con las demás también los cometió, supongo que como todas. Solo que
ella fue juzgada injustamente, y castigada públicamente.
Vesta, ayer se planteaba
dejar aquello por lo que ha luchado, olvidar su pasión, y comenzar otras cosas
como una persona anodina, y pasar por esta vida sin vivirla, y cuando
verbalizaba sus intenciones en casa, con su familia, recibió un mensaje que
trajo toda la vorágine de nuevo a su cara. Hebe quería saber, si iba a ir a
entrenar, quería hablar con ella, después de una larga conversación de wasap,
Vesta decidió quedar con Minerva y Hebe para hablar cara a cara. Y de nuevo se vio
sorprendida porque no estaban solas, otras compañeras también estaban allí.
Hebe le agradeció su actitud durante el partido, y con ella otras compañeras,
pero ahí se acabaron todas las buenas intenciones, sus compañeras exigieron que
Vesta les pidiera perdón, que les contase sus conversaciones con Mercurio y que
actuara como si nada hubiera pasado. Vesta no dio su brazo a torcer y
comenzaron los insultos, los ataques personales incluso las amenazas, cuando
Vesta llegó a casa, la impotencia campaba a sus anchas, en ella, en su familia,
en el hogar. Cuando contó lo sucedido, había cosas que como personas, su
familia no llegaba a entender, el linchamiento en grupo siendo tan injustas,
sin mirar atrás, sin tener en cuenta lo hecho y dicho por muchas de ellas en
situaciones similares a lo largo de la temporada, esa balanza descompensada de
los juicios de valor por parte de unas y otras, ese convocar a la jauría y
arengar al grupo, pero sobretodo el ensañamiento de Minerva con ella, era
cruel, ruin.
Si lo que realmente
buscabais era destrozar a Vesta, enhorabuena, la victoria es vuestra. Aunque
también espero que cure las heridas y que siga aprendiendo, sin perder la buena
intención con la que hace las cosas, sin que pierda esa generosidad con todos
obviando los desagravios recibidos y que siga en ese mundo que le apasiona, que
enciende su mirada cuando habla de él.
Ahora Vesta negocia con
Cronos la llegada de Junio, casi se la puede oír suplicar, encerrada en su
habitación bajo las sábanas.