miércoles, 3 de julio de 2013

...aciagos tiempos


Se suponía que el alprazolan evitaría que su subconsciente se hiciera tangible. El aire volvía a ser escaso, aquellas bocanadas desesperadas no lograban darle sosiego. Sabía que era una situación abocada a un pronto final… pero la angustia iba ganando la batalla. Las imágenes se agolpaban en su mente, consciente de que eran representaciones ficticias. Recorrió el pasillo hasta el  baño para intentar que una ducha la ayudara a relajarse…

Tristes y aciagos tiempos la enredaban… no era capaz de recordar de dónde había sacado las fuerzas en situaciones peores… las lágrimas se fundían con el agua tibia que recorría su cuerpo, la respiración comenzaba a tener un ritmo casi normal. Nunca había sido tan consciente de su respiración. No podía evitar oír los gritos que había oído minutos antes en sueños; ni ver las caras de mofa; ni sentir como el reloj se reía mientras corría a velocidades vertiginosas; ni lograba entender lo que la pantalla del ordenador le devolvía… un agujero negro con forma de auricular que la desmembraba dejando de forma fantasmagórica sus manos sobre el teclado y su boca con el diminuto micrófono en el ansiado puesto de trabajo… no podía evitar…

Cerro el grifo, se envolvió en la toalla y salió al patio con un gran vaso de agua muy fría. Cuando logró recuperar la compostura cogió el teléfono y marcó el número del centro de salud. Las cuatro y cuarto de la mañana, mas la locución no descansaba, no lo necesitaba.

Su médico de cabecera le extendió el parte de baja y se interesó por cómo le afectaba la medicación. El alprazolan no lograba que sus noches fueran más tranquilas y la venlafaxina no ahuyentaba aquella necesidad de bajarse del mundo. Aunque los ataques de llanto no eran tan frecuentes y casi lograba controlarlos. La citó para la semana siguiente.

Mientras se dirigía a la empresa, su respiración se fue agitando, trató de pensar que aquello era un paseo, un rato que no pasaría entre cuatro paredes… casi lo logra… dejó el parte de baja mientras la administrativo se preocupaba falazmente por su salud… huyó del lugar lo más rápido que su buena educación le permitió. Sólo quería llegar a casa antes que aquel ataque repentino de “llanto fácil” se apoderara de ella…


A veces la lucha más complicada era la que mantenía entre la necesidad de seguir adelante y la certeza de que no podía ser a cualquier precio… llegó a casa, se acurruco entre las sabanas y deseó que el tiempo corriera vertiginosamente…

 

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