lunes, 18 de marzo de 2013

...de menos, echándote


Ordenando el montón de cartas, papeles, documentos que hay siempre en la cómoda de la entrada he encontrado aquella foto que tanto me gusta… Me encantan las miradas, las sonrisas, la confianza, la felicidad del momento…me encanta… la foto me trae al presente sensaciones estupendas que añoro… esa burbuja imaginaria que creamos sin darnos cuenta y que es capaz de hacer desaparecer todo lo demás…

No quiero olvidar, no lo haré… pero no quiero que me duela, así que la única solución que imagino es que esos recuerdos siempre sean del día anterior… dulce sueño, dulce susurro...

…seré breve y no buscaré palabras sino recuerdo; que es al que deseo que acudas cuando me eches de menos (ya que no me buscas, aunque me encuentres)… también creo que yo desgasto el recuerdo con avidez diaria. Me haces falta, día… noche… para todo, para nada… en silencio, sin excusas; con miedos enfrentados y sensaciones contradictorias…empapada en esencia… empapada en promesa…


martes, 5 de marzo de 2013

detalles, pequeños detalles...


Las manos posadas sobre el teclado del ordenador, un silencio atronador era dueño de ese momento, nada hubiera perturbado ese instante y sin más todo se volvió bullicio, luz y una sencilla sonrisa afloro en sus labios…

-   Inés, Inés.- tocó su hombro para llamar su atención.- Inés ¿estás bien?

-    Ummm… si, no es nada,…solo un recuerdo…

Había sido una mañana muy fructífera, el proyecto estaba terminado, la presentación ensayada, incluso había tenido tiempo de charlar con los de recursos humanos mientras tomaba su café de media mañana. La jornada tocaba su fin… las tres de la tarde. Era una hora estupenda para hacer una pequeña compra y regalarse una comida casera. Últimamente sus comidas no eran más que sándwich, zumos envasados, refrescos y alguna pieza de fruta. Pasó por el supermercado, escogió diferentes tipos de lechugas, unos tomates, una estupenda rodaja de salmón, un poco de queso fresco, y una botella de aquel vino que tanto le gustaba. En la radio sonaba “durmiendo en tu ombligo”, Inés la canturreaba mientras se dirigía a casa. Dejó su coche en el garaje, hoy ya no lo necesitaría. Preparó la ensalada, el salmón a la plancha y abrió el vino. Se sentó en el sofá dudando entre encender la tele o disfrutar de alguna de las películas que había ido acumulando para ver. Escogió una al azar. “El lado bueno de las cosas”. Le habían hablado bien de ella, aunque a ella le sonara a “pastelada”… disfrutó de su comida, de su vino y de la película, que no resulto ser tan rosa como había imaginado.
Acurrucada en el sofá se dejó embaucar por el sueño y la pereza, la siesta, esa gran desconocida le tendía la mano. Dos horas después, abrió los ojos, algo desorientada. Entre sueños se había tapado con aquella manta, regalo de navidad. Era la primera vez que la utilizaba, sorprendentemente acogedora. Se desperezó, recogió los restos de la comida y se dio una larga ducha, envuelta en su albornoz descubrió que tenía varios mensajes en el contestador que no había escuchado. Uno era de su madre, la invitaba a comer el domingo, tenía algo que contarle. Había varios de amigos que solo querían charlar un rato y saber cómo iba todo, prometían llamar en otro momento. Y el último era de una compañía de mensajería que deseaban saber cuándo estaría en casa para poder entregarle un paquete que tenían a su nombre. Llamo a la compañía y les indicó que esa tarde sería un buen momento para la entrega. Confirmó su asistencia a la comida familiar del domingo… cuando se quiso despegar del teléfono había pasado más de una hora y media desde la primera llamada… no era su intención pasarse toda la tarde colgada del teléfono. 
Se puso su pijama favorito, cogió aquel libro del que todo el mundo hablaba y había sido otro regalo de navidad, parte de una trilogía muy mencionada, lo comenzó a leer en navidades, pero no había podido terminar por falta de tiempo, hoy volvía a retomarlo, era divertido… enfrascada en la lectura se sobresalto cuando sonó el timbre… el repartidor de la mensajería le traía un paquete del tamaño de una caja de zapatos, parecía que hubiera viajado por medio mundo, firmó el recibí y se dispuso a descubrir quién se lo enviaba… No daba crédito a sus ojos, era de Juan desde Australia, pero ¿cómo era posible? Había estado con Juan esa misma mañana, no le había mencionado aquel paquete nunca. ¿Australia? Juan había regresado de su viaje a Australia hacía meses… Abrió curiosa la caja… todo eran pequeños detalles, un botecito con arena de una playa, una caracola, un trocito de madera desgastada por el paso del tiempo, una servilleta de papel con el logotipo de un restaurante llamado “Inés”, un tríptico de unas rutas multiaventura, un bumerán labrado… cuando terminó de ver todo aquello descubrió en el fondo una pequeña nota.

“Me hubiera encantado hacer este viaje contigo, pero necesitaba poner tierra de por medio y aclarar ideas, encontrarme conmigo mismo… Para mi sorpresa, me he encontrado, encontrándote en cada rincón…”

En sus manos sostenía aquella nota, un silencio embriagador era dueño de ese momento, todo desaparecía, nada tenía sentido, solo estaba ella, ella y una sencilla sonrisa…

viernes, 1 de marzo de 2013

...canciones...


El sol se colaba entre las rendijas de la persiana, (¿qué hora podía ser? ¿las diez de la mañana?), alargó la mano para buscar el móvil (los móviles aún no tenían patas, ¿dónde lo había dejado?). Eran las doce y media (¡las doce y media!). La casa estaba demasiado silenciosa, no se oía la radio, ni la ducha, ni… no se oía nada. Había una nota encima de la mesa del salón “nos hemos ido para dejarte descansar, volveremos esta noche. Besos”.  

Había café caliente, incluso alguien había salido a comprar cruasanes recién hechos. Disfrutó de su desayuno mientras echaba un vistazo a la prensa digital, las noticias no hacían que aquel día fuera diferente del anterior, aunque alguna era más que curiosa. Recogió el salón y abrió las ventanas de todas las habitaciones, hacía frío, pero le encantaba esa sensación… se dio una larga ducha y se envolvió en su toalla favorita. Tenía varios “whatsapp” sin leer, dos notificaciones de “twitter” y nueve comunicaciones en “facebook”… le dolía la cabeza, la noche anterior había sido una locura, una maravillosa locura. Algún día escribiría sobre ella, algún día…

Salió a comprar los periódicos del domingo, le encantaba leer la prensa dominical sentada junto a la ventana, en el sofá, mientras se bebía el segundo o el tercer café de la mañana. Los domingos por la mañana su barrio era tranquilo, silencioso, apenas había tráfico… Se hallaba inmersa en un artículo económico que trataba de poner algo de luz en la situación actual de la economía nacional (algo que no consiguió) cuando algo la distrajo, alguien (nada egoísta) pasaba por la calle en coche con la música tan alta que hasta los cristales de la ventana vibraban. La canción que sonaba era una versión de “Alegría” del Circo del Sol de Dj Varo.

¿Aquella canción? aquella la había escuchado y bailado la noche anterior varias veces. Se había encontrado con Juan en uno de los locales más especiales de la ciudad. Mientras sonaba la canción Juan le había susurrado al oído “cada vez que la escuches no podrás evitar pensar en mi”. Ella rió aquella ocurrencia casi adolescente y siguió bailando y disfrutando de una noche que tendió a tornarse interesante…

El generoso con la música pasó varías veces junto a la ventana de Inés, curiosamente siempre sonaba la misma pista haciendo que Inés cerrara los ojos y volviera a sentir las sensaciones de la noche anterior… Cerró los periódicos, se acurrucó bajo la manta del sofá y cerró los ojos, allí las sensaciones regresaron entre sueños y canciones…

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