martes, 19 de junio de 2012

El placer de una sonrisa...


Hacía unos días, habían estado comiendo en uno de los restaurantes de la ciudad. Habían bebido un buen vino, habían conversado y la casa les había obsequiado con un estupendo licor de hierbas casero. Se dirigían a tomar una copa vespertina a un local de renombre regentado por un amigo, y en su camino se toparon con una nueva tienda. Siempre habían tenido curiosidad por aquellos objetos, y siempre habían sido incluidos en sus charlas matutinas.
La tienda invitaba a entrar y saciar ese sano “querer saber” y provocar algunas risas y comentarios llenos de segundas intenciones. Les llamó especialmente la atención la vitrina de las novedades. Novedades para una ciudad provinciana como aquella, porque los productos exhibidos eran más que conocidos por todos los que hubieran sentido el impulso de conocer aquel mundillo. Las risas llevaron a las apuestas y entre los dos decidieron regalarse aquel que más curiosidad despertó. Un solo regalo pero ambos tendrían un objeto diferente para disfrutar. Eso sí, el uno sin el otro no funcionaba, aunque ambos decidieron no contarle al otro cuando lo utilizarían…
La mañana transcurría como cualquier mañana de lunes, el teléfono no paraba de sonar, la fotocopiadora se negaba a funcionar, olía a café recién hecho, las carreras en el pasillo se sucedían, de algún despacho salían voces tratando de escapar del tiempo…
Inés y Juan trabajaban juntos desde hacia tiempo. A pesar de ser muy diferentes (quizás no tanto) habían entablado una curiosa amistad.
Juan entró con prisas en la sala de reprografía, la impresora le debía unas cien hojas de su último proyecto. Allí estaba Inés con cara de pocos amigos, una de las fotocopiadoras había decidido tragarse parte de su trabajo y vomitarlo hecho un verdadero guiñapo.
…llevaba en el bolsillo aquel maravilloso mando que aún no había estrenado, pulso el botón, mientras observaba divertido el ceño fruncido de Inés, que desprevenida, dió un respingo…
…no se lo podía creer, ¿allí? ¿en aquel momento? No debía dejar que se notara, estaba de mal humor… pero aquella vibración… mmm… recogió los trocitos de folio que habían caído al suelo, los arrojó al contenedor de reciclado… ¿cómo se le había ocurrido estrenar su pequeña travesura en lunes?...mmm… ¿en qué estaba pensando?...

Entre distraída y enfadada se apoyo en una mesa y reenvió su trabajo a la impresora, deseando que los documentos en cola la dejaran respirar durante un par de minutos. Cruzó una mirada con Juan que recogía juguetón su proyecto. No estaba seguro, pero hubiera podido jurar, que durante un segundo, Inés (desconcertada, eso sí) había sonreído. Le dio los buenos días y salió de la habitación. Al cabo de unos segundos la vibración desapareció, mas no pasó lo mismo con una traviesa sonrisa que se dibujo en su cara…

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