lunes, 31 de diciembre de 2012

...despacito, que me gusta más


Aún estoy… en ese estado…  aunque si lo pienso, siempre lo estoy. Siento no poder dejar de pensarte, pero te guardo en el alma, las has calado, tatuado sin preguntar. Dicen que el mayor error del ser humano es intentar sacarse de la cabeza lo que habita el corazón… Me tiritan las piernas… y no es porque fuera haga tiempo acorde con las fechas, sigues siendo tú…

No he elegido, pero siento; no he buscado pero encuentro… trato (¡¡vive dios!!) de no pensar y las imágenes me asaltan a cada momento (no sé cómo evitarlo); sin lagunas... y despacito…

No quiero conformarme, estoy harta de dejar que la vida pase; y lucho hasta donde las fuerzas me lo permiten; pero soy muy consciente que cada uno está donde quiere estar… los sueños se persiguen; los problemas se solucionan; los errores se subsanan; y las complicaciones se simplifican… al final la vida no es tan complicada…

Dime que estas donde quieres estar y eres feliz; me vale… quiero que seas feliz, pleno… sólo quiero eso.

martes, 18 de diciembre de 2012

Delirios febriles



Acariciaba mi nombre al pronunciarlo, aunque eso fue en otro tiempo. Me acurrucaba bajo su piel, sintiendo el calor que adormilaba mi mente y despertaba sensaciones olvidadas. Su voz sabía a escondido deseo no pronunciado… Mas otros tiempos han llegado, todo quedó bajo la arena del reloj que presidía mi turno.

Tiempo tornado a menos, tiempo de consejos enojados, tiempo de despreciadas despedidas, tiempo atropellado… aunque ese era mi tiempo… impresiones ignoradas pero dolorosas.

Soy reina de mi silencio para evitar ser esclava de mis palabras. Aún desconozco qué pasó o cuál fue el detonante… la información abroncada ya la conocía, no necesitaba el mal gesto… ¿revulsivo? no funciona así, no cuando el momento había sido precedido por instantes de agradable conversación… unos metros y unos minutos cambiaron la situación…

Añoro el tiempo sin prisas, las miradas mudas llenas de significado, la naturalidad de los abrazos, los besos inocentes, las conversaciones insaciables, las cómplices sonrisas… añoro los consejos de amigo…

El miedo levanta muros y con ellos llena de trampas los sentimientos. Evito mirar atrás, pues tras de mí no hay nadie… si infinitas caídas. Y me quedo del lado de la puerta que conozco aún a sabiendas que tras el umbral no hay precipicio, como mucho otro doloroso revolcón vital del que (seguro) aprendería algo nuevo. Y me escondo en los mordidos besos de los recuerdos, que inconscientemente me golpean día a día. Y encuentro que aquello que quise pensar inédito, era (simplemente) algo más. Instintivamente guardo mis gestos tras detalles íntimos que imagine exclusivos, los hice exclusivos y los escondí ante los ojos públicos ¡que mejor lugar! (¡inocente!).


… …
Cada día vuelvo a perderme… en ti y contigo… sin elegirlo, sin provocarlo… sin querer.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Palabras... y más...


Caprichosos los acontecimientos que surcan el día a día (o la falta de ellos)… Cuando la vida se vuelve monótona, anodina, rutinaria… cuando la vida se vuelve en contra, el tiempo te da la posibilidad de repasar antiguos sucesos, viejas experiencias, vetustas conversaciones, añejos comentarios… el tiempo te da tiempo para pensar y repensar (no es un regalo, es una tortura).

Y entre pensamiento y repensamiento, de vez en cuando, aparece una sonrisa (a veces tonta, y otras sarcástica) que me lleva a cerrar los ojos y revivir (…y sentir). Torbellino de sensaciones y sentimientos, amalgama de situaciones que me trasladan a otros tiempos (algunos mejores y otros… en fin…). 

Impertinentemente hay sucesos que regresan para intentar martirizarme, sin lograrlo (aunque el tiempo y la duda van de la mano).  Y me enfado (conmigo misma, por supuesto) por haber sido tan tonta y tragar tantas mentiras de patitas cortas; y me sonrojo cuando mi piel recuerda; y me entristezco cuando a pesar de los esfuerzos las palabras se desvanecen, porque sólo eran eso, palabras… palabras, ésas que acompañan todos (o casi todos) los recuerdos que guardamos en nuestros pequeños baúles interiores, palabras que en su momento fueron motivo de orgullo ahora te entristecen; palabras que exigieron y no supieron dar; palabras que acusaron sin verdades en la mano; palabras que colorearon días grises; palabras que se escaparon y huyeron; palabras onomatopéyicas llenas de significado; palabras que prometieron y luego abandonaron; palabras eternas que se volvieron caprichosas y olvidadizas; palabras…

Y después de pensar y repensar; y después de dejar que el tiempo genere la duda; y después de sonrojarme, entristecerme, añorar… y sonreír; dejo que las palabras regresen a ese lugar para volver a ellas en otro momento… cuando la soledad con mayúsculas haga de nuevo su aparición acompañada de sus estrellas, las palabras…

jueves, 8 de noviembre de 2012

El placer de una nueva sonrisa... reencontrada...


Juan trasteaba en el cajón de su escritorio, parecía haber perdido un trocito de cielo en él. El teléfono sonó. Era una comercial a la que había dado largas el día anterior. Aún no había hecho la comparativa económica, se disculpó y colgó. Aquel cajón aumentaba de tamaño por momentos. ¿Cómo había llegado aquel paquete de tabaco allí? …buscó el mechero, abrió la ventana… ¿Dónde lo habría puesto?

Inés asistía, sin demasiado entusiasmo, a una pequeña reunión con el director de la empresa a la que habían contratado para que les guiara en el proceso de su certificación de calidad. Aquel hombre se creía el ombligo del mundo, su nivel de pedantería rozaba la perfección. Tenía que hacer verdaderos esfuerzos para no evadirse de la conversación. ¿No se quedará mudo por un momento? pensaba mientras asentía con la cabeza. Al oír como daba por concluida la reunión y los citaba para dentro de un mes, no pudo evitar sonreír con evidente alivio.

Juan e Inés trabajaban de nuevo juntos, aunque apenas se veían. Los inicios de la empresa eran estresantes, todos tenían demasiado trabajo que planificaban en una reunión semanal, la coordinación entre los diferentes departamentos era esencial para que el proyecto no se desmoronase antes de empezar. El viernes había sido el día elegido para que la reunión fuera eficaz, repaso de los objetivos alcanzados durante la semana, y fijar los de la siguiente. Y una vez finalizada la semana se dirigían a un bar cercano para tomar unas cañas todos juntos y diluir los pequeños roces que surgían al trabajar bajo tanta presión.

Las risas, los chistes, los comentarios personales… hacían grupo, todos se sentían parte importante de la empresa, cada uno era un engranaje esencial para el proyecto que tenían entre manos. Inés había quedado para cenar, así que se dirigió a la barra para pagar aquella primera ronda. Juan se acercó, posó su mano sobre la cintura de Inés…

-No me digas que ya te vas.- le susurró al oído mientras sus cuerpos se rozaban levemente.
-He quedado para cenar. No puedo quedarme. Aún tengo que pasar por casa.- le dijo mientras trataba de llamar la atención del camarero.
-Déjame que te invite a otra caña y luego te vas.
-No puedo Juan, tengo cuarenta minutos para llegar a casa, ducharme, arreglarme un poco y llegar al restaurante.- le comentó apresurada mientras recogía la vuelta del platillo que el camarero había dejado delante de ella.
-Me apetecía que te quedaras un rato más… otro día…

-Hasta el lunes, chicos. No seáis muy malos este fin de semana.- se despidió Inés del grupo sentado a una de las mesas del local.

Se dirigió a la puerta, mientras rebuscaba en su bolso… las llaves del coche, el mechero… Había aparcado delante del bar, estaba a punto de cerrar la puerta cuando escuchó como alguien gritaba su nombre. Era Juan, traía su móvil de la mano.
-Olvidabas tu teléfono.
-¡Muchas gracias! Las prisas nunca me han sentado bien.
-Toma. Buen fin de semana.- le deseaba Juan mientras se acercaba y le daba un beso en los labios. Mientras presionaba el pequeño botón de su tesoro encontrado.


...Inés se quedó quieta, como si un pequeño terremoto hubiera tomado vida en ella, el reloj dejó su martilleante ritmo olvidado… mmmmm esa vibración la amarraba. Juan sonrió, giró sobre sus pasos y desapareció tras la puerta del bar… y con él esa maravillosa sensación de sentirse viva…

lunes, 29 de octubre de 2012

¡Que vivan!


¡Que vivan esas personas sencillas! Que vivan las que son capaces de disfrutar del momento olvidando si pudieron estar en otro lugar mejor; que vivan las que agradecen los gestos pequeños como si fueran los más grandes; que vivan los humildes que no olvidaron su origen… que vivan…

¡Que vivan esas personas simples! Que vivan las que valoran la compañía sin importar el cómo ni el cuándo; que vivan las que saborean los esfuerzos y sus logros… y están orgullosas de ello, que vivan…

¡Que vivan esas personas plenas! Que vivan las que comen una tortilla como si de ambrosía se tratase; que vivan las que se dan cuenta y actúan; que vivan las que se dejaron de preocupar de los artificios y se ocupan de su gente… que vivan…

¡Que vivan esas personas auténticas! Que vivan las que lejos de juzgar tratan de comprender; que vivan las que son exigentes primero consigo mismas y después con los demás; que vivan las que abrazan sin miedo… que vivan...

jueves, 4 de octubre de 2012

...rúbrica sencilla


El día había sido largo y muy cansado. El camino hasta casa, interminable, ni el tiempo acompañaba, lloraban las nubes, el viento enrabietado no dejaba descansar las ramas desnudas de los árboles. Rulo estaba escondido bajo el seto, tratando de guarecerse de la lluvia, no le gustaba su caseta.


Sacudió las gotas de agua que se habían posado sobre su chamarra y restregó los zapatos en el felpudo. Sólo una tenue luz se escapaba de la puerta entreabierta del baño. Dejó las llaves encima de la cajonera de la entrada, colgó su abrigo en el perchero, se deshizo del calzado junto a la cama… semidesnudo se coló en el ambiente húmedo del baño. Terminó de desnudarse y en medio del silencio roto por el agua de la ducha se deslizó junto a ella. Aquella sonrisa calentó su alma, esa misma sensación invadió su cuerpo al acercarse un poco más… el jabón recorría su espalda, no pudo evitar envidiar su camino… acarició su piel descubriendo secretos, rozó su cuerpo susurrando besos, coqueteó suavemente con cada rincón… sus dedos escribían el más delicado de los poemas sobre renglones exquisitamente curvados... el agua bailaba al son de suspiros plenos… las palabras se escondieron bajo las toallas por miedo a diluirse…



El silencio reinaba, ni una sola palabra había contaminado aquel momento. Se deslizaron bajo aquella manta que en otro tiempo pareció pequeña. No buscaron, sólo encontraron. La delicadeza tornó en deseo, y las piezas redescubiertas bajo el agua comenzaron a encajar…


Durmieron juntos, mas no el uno al lado del otro, durmieron como hacía tiempo no lo hacían… El amanecer los sorprendió desperezándose de la noche…

Con el café aún en la mano, se acercó y besó sus labios. Recogió las llaves de la cómoda de la entrada y salió por la puerta. Rulo jugueteaba con una pelota vieja, era sencillamente feliz.



Cuando regresara, transcurrido el día, su perro sería el único que se emocionaría por su vuelta. No volverían a compartir manta, ni volverían a dormir juntos… aquella fue la bella rúbrica que pusieron a su historia, nada de reproches, ni portazos, ni gritos, ni lágrimas, simplemente una despedida llena de buenos recuerdos…

miércoles, 3 de octubre de 2012

...nuestro desastre...


…tras la ventana se dibujaba la silueta de una mujer. Dio un pequeño toque en el cristal. La ventana se abrió y una sonrisa le dio la bienvenida. Llevaba el pelo recogido en una mezcla de coleta descuidada y moño enmarañado. El pijama era viejo, dado de sí, sus muchos lavados dejaban entrever su figura. Llevaba una bayeta en la mano, amarilla, de las que sirven para recoger las migas de pan de la mesa…


-¡Entra! ¿Te apetece un café? Acabo de poner una cafetera. Te abro la puerta, espera…

…olía a café, el aire circulaba libremente, las ventanas estaban abiertas. El cubo de la fregona en el pasillo delataba que las tareas de la casa estaban a punto de ser terminadas. Sin mediar palabra un abrazo le sorprendió gratamente, acogedor, delicado, sentido...

-¡Pasa! Curiosea, voy a por dos tazas de café, lo quieres con leche, ¿verdad?

…las paredes estaban desconchadas por una evidente humedad que había echado a perder la pintura, los muebles descabalados, ninguno tenía que ver con otro, una cama hacía las veces de sofá en el salón, las bombillas de bajo consumo colgaban de sus casquillos sin otro ornamento que el techo blanco, libros y libros por todas partes, en la entrada, en el salón, en el pasillo, en las habitaciones, fotos de familia y recuerdos de trabajos infantiles, había siluetas de manos blancas en el pasillo, sobre las paredes…

-Estaba terminando de recoger un poco, ¡ordenando el caos!, al menos intentándolo. ¿No habías visto la casa? Es un desastre, pero es nuestro desastre…

… sonaba música, un grifo abierto y cubiertos, los olores a comida entraban y salían, la puerta del patio estaba abierta, un patio donde a esas horas se mezclaban la ropa recién tendida, los huevos batidos y un guiso que olía a gloria…

-Pintamos cada dos o tres años, y cada uno elije el color de su habitación y los dibujos que quiere sobre las paredes, en el pasillo (ya por costumbre) ponemos las huellas de nuestras manos… las humedades no nos dejan disfrutar mucho del trabajo bien hecho, nos acostumbramos pronto a los desconchones y las manchas oscuras de humedad… la última vez nos dio por los colores con personalidad, pronto volveremos a pintar, quizás el verano que viene…

…las tazas de café humeaban encima de la mesa del salón, el caos hogareño le atrapó, se sentía a gusto, no lo lograba entender… él, …que idolatraba el minimalismo, que todo tuviera un orden lógico, que todo fuera a juego, que todo… encajara… él, se sentía bien, acogido, sin ganas de que la sensación terminara…


…en ocasiones la vida te muestra que los prejuicios materiales, las falsas imágenes deseadas, el derroche de alienación decorativa, no es más que eso, lugares idílicos donde posarías la mirada incluso el deseo, pero no te sentarías a pasar una tarde de manta y palomitas de maíz… 

jueves, 13 de septiembre de 2012

... escapada, ... huida


La anodina televisión escupía imágenes. Había activado la función que le permitía enmudecerla. Sólo quería tener la sensación de compañía. El calor era sofocante, había bajado el toldo de la terraza para poder leer cómodamente mientras el sol decidía esconderse tras aquel horizonte plano y azul. Aquellos días en soledad le permitían ordenar sus objetivos, sus pensamientos, sus inquietudes, sus prioridades, sus renuncias… le permitían… ordenarse.

El paseo matutino sobre la arena fría arrullada por las olas iniciaba los días. La desierta playa le brindaba la oportunidad de despojarse de la ropa y darse un refrescante baño. Su particular manera de comenzar a dibujar sobre un lienzo blanco. De regreso a aquella que era su casa durante aquel elegido tiempo, daba un pequeño rodeo hasta un pequeño mercado. Algo de pescado fresco, y fruta componían la cesta de la compra del día. Un café en la terraza de un bar mientras leía el periódico, mientras dejaba que la brisa la hiciera sentir viva. El día transcurría entre paseos y baños; lecturas y cervecitas; tranquilidad y cafés.

Inés había sido despedida junto con muchos de sus compañeros, la empresa para la que trabajaba se había declarado en quiebra. Tras arreglar todos los papeles necesarios para poder seguir adelante decidió poner en cuarentena la desesperación y la impotencia, regalándose unos días lejos de todo. Pero no estaba funcionando como lo había planeado. Todos aquellos pensamientos se agolpaban en su cabeza. Trataba de poner orden, fijar un comienzo, mas no se sentía con fuerzas suficientes… No iba a tener un reinicio perfecto, (odiaba esa sensación), pero sabía que debía enfrentarse al miedo que la secuestraba maniatada, le tocaría improvisar, corregir sobre la marcha…

… el último paseo por la playa, el sol iba a romper aquella penumbra, desnuda se encaminó hacía el agua… adoraba esa sensación, entrar lentamente dejando que la piel se sorprendiera a cada paso… nadó y se dejó llevar… mientras emergía dislumbró una figura en la playa, puso los pies sobre el fondo y en un alarde de total incredulidad se frotó los ojos; no daba crédito, Juan sostenía su toalla junto a la orilla… caminó hasta él, se envolvió en la toalla y lo miró atónita, curiosa y feliz… “Tenemos un proyecto y queremos que tu participes en él…” le dio tiempo a decir a Juan antes de que Inés le diera un perturbador abrazo… tras el cual se encaminó de nuevo hacia el mar y le susurró “volveré, y traeré buenas noticias, te lo prometo”… 

viernes, 7 de septiembre de 2012

Desear no desear...



Ayer, mientras la luna azul hacía su aparición tras el puente y el aire traía olores otoñales, la camarera, en un alarde de amabilidad nos acercó unas mantas. El otoño está empujando al verano y quiere instalarse antes de tiempo. Las chaquetas y calcetines salen de los armarios deseosos de olvidar este suspiro veraniego. Los fumadores nos resistimos a entrar en los locales, aferrándonos con inusual estilo al calor que desprenden aquellas mantas y nuestro café… Ayer, mientras descubría “la madre tierra charra”, me sorprendí echándote de menos. La compañía era muy agradable, mas las palabras volaban enredándose en las ramas de los chopos, conversaciones domingueras, puestas al día y exageraciones infructuosas… Allí estaba yo, en mi río, en mi lugar, disfrutando del momento y pensándote…

Tras las conversaciones ajenas murmuraba el Tormes, lento, pausado, saludando a los trovadores de vocablos lujosos y vacios de significado, sonriendo a los malabaristas de buenas intenciones caídas en saco roto, ignorando a los pregoneros de grandes hazañas (inventadas todas ellas)… Murmullos y susurradas declaraciones de principios utópicos, los “debería ser” usurpaban el terreno a los intrincados vecinos “pero es así” y como colofón el “es lo que hay” acallaba la charla… Y allí estaba yo, en mi río, en mi lugar, disfrutando del momento y pensándote…

El frío, o al menos su hermano menor, hizo acto de presencia, y amparadas detrás de las cristaleras pasé a ser un tema de conversación, incómoda situación cuando las buenas palabras son procesadas como sermones infructuosos. El silencio de alguno de los comensales evidenciaba la inusual situación, o quizás el haber arrebatado su tiempo de protagonismo había hecho aquel nudo en su garganta, sea como fuere, la tertulia (alimento del alma) repicaba a arrebato. Era hora de cambiar de escenario y de protagonista principal… Y allí estaba yo, en mi río, en mi lugar, disfrutando del momento y pensándote…

Al calor del lugar, acurrucadas en los recuerdos que el pianista nos regalaba a cada momento, hicimos nuestro particular aquelarre. Intenciones, objetivos, viajes, planes, futuribles… bella noche nos regaló el día, intensos momentos nos regaló la luna, quebradizos recuerdos nos regalamos… Y allí estaba yo, en mi río, en mi lugar, disfrutando del momento y pensándote…

…pensándote, deseando dejar de desear, añorando el tiempo, disfrutando del momento…


miércoles, 8 de agosto de 2012

... desterrado retiro


Apagó la radio cuando sonaba una estúpida cuña de una autoescuela local. Chsssss, calladita estas mucho más guapa le dijo al aparato mientras salía por la puerta de la cocina. La tortilla de patata estaba lista. Las tareas domesticas la ocupaban una parte de la mañana, tiempo que se iba para no volver, pero había que hacerlas. Sobre la mesa del salón había un libro que aún no había comenzado a leer, tampoco le despertaba demasiada curiosidad. El portátil murmuraba su eterna canción, aún no había abierto su correo electrónico, tampoco esperaba encontrar un gran aliciente en ello. Dos correos con presentaciones ñoñas, el boletín de empleo de la provincia (¿Por qué lo llamaran así? Hay de todo menos empleo en la provincia), un correo con muy mala pinta (virus seguro)… nada interesante. Dio su habitual paseo virtual por las páginas donde podían verse ofertas de trabajo, las mismas de ayer, y de anteayer. Los periódicos digitales le permitían estar al día a golpe de vista, un par de blogs que seguía sin ninguna entrada nueva… El tedio iba haciendo su aparición. Recordó que aún tenía que ensobrar los últimos cincuenta currículos y llevarlos a correos. Un paseo no le vendría nada mal.
La oficina de correos no quedaba muy lejos de su casa, cinco minutos andando, paseando… los funcionarios de correos ya la conocían, había visitado esa oficina casi a diario durante las dos últimas semanas. Aquel sería el único contacto adulto que mantendría durante todo el día. Regreso a casa pensando (literalmente) en cada paso que daba, sin prisa, pero sin pausa. Aquella puerta le recordaba que todavía quedaban un par de horas para que el silencio desapareciera…
… Atacaba la díscola soledad el minado campo de batalla que había mantenido impoluto durante (¿cuántos, ocho meses?) ocho meses. Todas las preocupaciones iban y venían por el pasillo en un eterno y disparatado desfile. Mas esa sensación que diseccionaba cruelmente su existencia era la más bella de toda la formación, todos los flases se disparaban cuando regresaba a la fila, saludaba descarada, sonreía, incluso cuchicheaba…
…al final del día, cuando sus cachorros descansaban en sus habitaciones, dejaba que el sueño la pudiera en el salón en un infructuoso intento de dormir eternamente…


lunes, 30 de julio de 2012

Onírica paranoia



Aparcó el libro y apagó la tele (que llevaba encendida dos horas sin emitir el más leve de los ruidos)… Tras lavarse los dientes, comprobar que la puerta estaba cerrada, poner el inalámbrico en la base… deslizó su cuerpo entre las sabanas, desnuda como siempre había hecho. Siempre le gusto esa sensación de frio sobre su piel durante esos breves instantes. El reloj marcaba una hora indecente si la comparaba con la alarma que sonaría implacable… hoy ya no había fuerzas ni para quejarse, así que cerró los ojos y se dejó llevar…

…la ciudad se levantaba lentamente, las nubes grises definían un paisaje adormilado empujado por el imparable ritmo del reloj. Las conversaciones no fluían divertidas, la rutina adquiría un grado más en los quehaceres diarios. Despertador, baño, desayuno, ducha, besos, llaves, autobús, trapa, trabajo, teléfono… bufff. Inconscientemente había hecho demasiadas cosas, mas estaba olvidando algo pero no recordaba qué. La oficina estaba fría, pero el abrigo le molestaba demasiado como para dejárselo puesto. No había tenido cuidado al escoger la ropa, los pantalones negros de entretiempo, la camisa blanca, el pelo medio recogido, las botas casi planas… nada le daba suficiente calor como para evitar la piel de gallina, sentía su bello erizado bajo su atuendo… quizás un café haría que el calor volviera a su cuerpo. En el despacho, junto a la cafetera había un pequeño congelador que le proporcionaba esas pequeñas rocas heladas que adoraba en su café negro, pero hoy sacrificaría ese pequeño placer. Juan estaba haciéndose un té en el microondas, no había sentido su presencia, al volverse choco con Inés que se acercaba a saludarle. El liquido caliente de la taza cayó sobre la camisa blanca, quemaba. En un acto dramático, esta se quitó la prenda en un desesperado intento de evitar la quemadura…

Miró el reloj, sólo habían pasado cuarenta minutos… un vaso de agua y un cigarrillo en el patio quizás le ayudaran a conciliar el sueño de nuevo…  … volvió a sus sábanas, cerró los ojos y se dejó llevar…

…el paso del tiempo… nada es tan real como el paso del tiempo.
Harta estaba de sus manos, aburrida de recorrer los mismos lugares, con las mismas expectativas, la imaginación había perdido ese toque original que tanto le había excitado en épocas anteriores. La rutina que tanto había defendido en ocasiones, ahora se volvía contra ella. Su lecho dormía, lejos de revolverse contra su inactividad. Sin intención de cambiar la situación, dejaba que el tiempo hiciera. No quería perder la capacidad de sorprenderse, más ésta se desvanecía… frente al espejo no llegaba a reconocer la imagen que le devolvía, las arrugas empezaban a ser, las canas eran desde hace demasiado tiempo, sus pechos aún conservaban su belleza aunque unos centímetros por debajo de donde ella los recordaba, su tripa comenzaba a tener nombre propio lejos de aquella ligera curva que fue siempre, su cintura ¿dónde estaba?, sus caderas más parecidas a las curvas de un botijo que a la suave cadencia que fueron una vez, sus piernas …

Una hora, y estaba empapada en sudor, se incorporó lentamente tratando de recuperar el aliento… una ducha rápida y calentita, otro de los remedios de la abuela…… volvió a sus sábanas, cerró los ojos y se dejó llevar…

…déjame querer, déjame con ganas, déjame desear, déjame acurrucarme, he encontrado el hueco perfecto, donde estoy a gusto, cómoda, segura, pequeñita, ese espacio del que no quiero huir y no sé como seducir. Déjame conocer, déjame sorprender, déjame experimentar, déjame reconquistar…

¿Era su voz? ¿Susurrada? La alarma estaba a punto de hacer su estelar aparición diaria …dormir tranquilamente… más de dos horas seguidas… y casi lo consigue, aunque tenía que admitir que resultaba muy interesante acordarse (a veces de forma tortuosa) de lo que su subconsciente proyecta.



martes, 19 de junio de 2012

El placer de una sonrisa...


Hacía unos días, habían estado comiendo en uno de los restaurantes de la ciudad. Habían bebido un buen vino, habían conversado y la casa les había obsequiado con un estupendo licor de hierbas casero. Se dirigían a tomar una copa vespertina a un local de renombre regentado por un amigo, y en su camino se toparon con una nueva tienda. Siempre habían tenido curiosidad por aquellos objetos, y siempre habían sido incluidos en sus charlas matutinas.
La tienda invitaba a entrar y saciar ese sano “querer saber” y provocar algunas risas y comentarios llenos de segundas intenciones. Les llamó especialmente la atención la vitrina de las novedades. Novedades para una ciudad provinciana como aquella, porque los productos exhibidos eran más que conocidos por todos los que hubieran sentido el impulso de conocer aquel mundillo. Las risas llevaron a las apuestas y entre los dos decidieron regalarse aquel que más curiosidad despertó. Un solo regalo pero ambos tendrían un objeto diferente para disfrutar. Eso sí, el uno sin el otro no funcionaba, aunque ambos decidieron no contarle al otro cuando lo utilizarían…
La mañana transcurría como cualquier mañana de lunes, el teléfono no paraba de sonar, la fotocopiadora se negaba a funcionar, olía a café recién hecho, las carreras en el pasillo se sucedían, de algún despacho salían voces tratando de escapar del tiempo…
Inés y Juan trabajaban juntos desde hacia tiempo. A pesar de ser muy diferentes (quizás no tanto) habían entablado una curiosa amistad.
Juan entró con prisas en la sala de reprografía, la impresora le debía unas cien hojas de su último proyecto. Allí estaba Inés con cara de pocos amigos, una de las fotocopiadoras había decidido tragarse parte de su trabajo y vomitarlo hecho un verdadero guiñapo.
…llevaba en el bolsillo aquel maravilloso mando que aún no había estrenado, pulso el botón, mientras observaba divertido el ceño fruncido de Inés, que desprevenida, dió un respingo…
…no se lo podía creer, ¿allí? ¿en aquel momento? No debía dejar que se notara, estaba de mal humor… pero aquella vibración… mmm… recogió los trocitos de folio que habían caído al suelo, los arrojó al contenedor de reciclado… ¿cómo se le había ocurrido estrenar su pequeña travesura en lunes?...mmm… ¿en qué estaba pensando?...

Entre distraída y enfadada se apoyo en una mesa y reenvió su trabajo a la impresora, deseando que los documentos en cola la dejaran respirar durante un par de minutos. Cruzó una mirada con Juan que recogía juguetón su proyecto. No estaba seguro, pero hubiera podido jurar, que durante un segundo, Inés (desconcertada, eso sí) había sonreído. Le dio los buenos días y salió de la habitación. Al cabo de unos segundos la vibración desapareció, mas no pasó lo mismo con una traviesa sonrisa que se dibujo en su cara…

miércoles, 6 de junio de 2012

...blanca locura


Cierto toque de locura es necesario para sobrevivir con un ápice de felicidad a esta vida. En ocasiones la vida te da la posibilidad de ser feliz y las circunstancias te la quitan; aquí entra ese impulso meditado (muy meditado y que por fin ignoramos) que nos empuja a hacer locuras.
Siempre he pensado que es mejor intentarlo y errar que quedarse con la duda vital del qué hubiera pasado si… Siempre lo he pensado y casi siempre lo he hecho. Fallé en multitud de ocasiones, quizás interpreté mal las señales (eso, ya da igual) y en otras conseguí ser feliz por unos instantes y puedo asegurar que mereció la pena.
Hace unos días, después de una conversación entre amigos, me di cuenta que a pesar de los sentimientos reales, puros, abrumadores… las personas renunciamos a esos momentos y nos conformamos con lo seguro, aburrido, rutinario… ignoramos ese loco impulso de disfrutar plenamente, de… de sentirnos vivos de verdad. Llenamos nuestras vidas de costumbres, de trabajo, de preocupaciones, de responsabilidades, de momentos robados, de secretos inconfesables, de falsas oportunidades, de ilusiones, de sensaciones inventadas, de mensajes mal interpretados… y muchos de nosotros (seguramente) no tengamos la oportunidad de hacer la locura de nuestra vida, pero unos pocos afortunados podrán plantearse ese sinsentido. Algunos, simplemente la ignorarán, otros lo pensaran tres veces y la arrinconarán allí donde escondieron otros dulces momentos, y otros en un instante de locura se lanzarán a vivir esa aventura, para que se pueda convertir en el resto de su vida.
Hay una canción y una voz desgarradora que reza:

“…
Tengo ronca el alma de quererte
en esta soledad llena que me ahoga;
tengo los ojos llenos de luz de imaginarte
y tengo los ojos ciegos de no verte;
tengo mi cuerpo abandonado al abandono
y tengo mi cuerpo tiritando de no poder tocarte;
tengo la voz tosca de hablar con tanta gente
y tengo la voz preciosa de cantarte;
tengo las manos agrietadas de la escarcha
y tengo las manos suaves de en el cielo acariciarte;
tengo soledad, luz, alegría, tristeza,
rebeldías, amor, sonrisas y lágrimas...
Y también te tengo a ti, preciosa,
caminando por las venas con mi sangre…”

La vida es demasiado corta como para ignorar ciertos momentos, algunos sentimientos, o simplemente para conformarse. Cuando no hay reciprocidad, no hay opción (por experiencia propia, y aún así me cuesta mucho rendirme), la resignación deja marca en el alma volviendo gris parte del blanco, volviendo triste la mirada. Mas cuando existe la oportunidad, no luchar por ella es una ofensa a la vida, a los que aun habiendo saboreado el momento nunca tuvimos posibilidades, una ofensa hacia uno mismo…
Así que, si sigues pensando en ella mientras admiras la noche, si sigues mandando mensajes encriptados al universo tecnológico, si sigues estando ahí… ve, inténtalo, ve a por ella…


domingo, 3 de junio de 2012

...domingo, tenía planes sencillos...


Domingo, el silencio matutino era roto por el centrifugado de una lavadora (estas no entienden de días de descanso). Se había levantado después de lograr cerrar los ojos, aún maquillados, durante lo que le habían parecido unos segundos. Había preparado café, tomado aquel antiinflamatorio fluorescente, encendido un cigarrillo… el espejo del baño le devolvía una imagen familiar. Anoche no le apetecía desmaquillarse, ignoró aquellas voces femeninas que dictaban reglas de belleza. “Tan solo es máscara de pestañas”, pensó.
Ahora, frente al espejo, retiraba los restos que aún quedaban, recogía su enmarañado pelo ensortijado, en una coleta descuidada… algo en su reflejo no encajaba… los pendientes, aún llevaba puestos los pendientes. En raras ocasiones adornaba sus orejas con pequeños pendientes, y siempre los guardaba cuidadosamente en su cajita al llegar a casa. Anoche olvidó que los llevaba puestos. Aquellos diminutos trozos de metal provocaron un estremecedor escalofrío, imágenes descolocadas comenzaron a desfilar a toda prisa por su mente, vívidas sensaciones recorrieron su piel… los dejó en su cofre que cerró con rabia contenida en un falso intento de dejar allí esas imágenes, esos recuerdos…
El domingo le brindaba tiempo dedicado, tenía planes sencillos, una comida en familia, un intento más de leer plácidamente, una película agradable, una bañera llena de agua, un paseo sin prisas… tenía planes sencillos. Recogió la ropa que había ido desperdigando por la casa la noche anterior, la camiseta en el baño, las sandalias en el pasillo, la chaqueta en la cocina, los pantalones en el salón... sus caóticas llegadas a casa eran una marca registrada, en algún momento se había hecho el firme propósito de corregirlas pero no deseaba controlar ese momento de desorden. El salón olía a tabaco, junto a un gin tonic aún sin terminar, el cenicero la acusaba rebosante de colillas apuradas…
…sentada en los escalones del patio, mientras disfrutaba del café y el tercer cigarrillo del día repasaba la velada de la noche anterior. Había ido a cenar a casa de unos amigos, una pareja encantadora. Una velada agradable, una cena generosa, un postre espectacular y un combate de boxeo (si, un combate de boxeo, increíble en ella). No había sido una invitada dicharachera, pero no sería juzgada por ello. Un taxi la había devuelto a casa. La lluvia había hecho acto de presencia y olía a tierra mojada, no quería meterse en la cama a desesperarse y dar vueltas cual peonza inquieta. Así que, preparó una copa con mucho, mucho hielo, apago el ordenador que aún ronroneaba en el salón y en absoluto silencio y relativa oscuridad disfrutó de unos minutos de soledad elegida, aunque pronto sus pensamientos comenzaron a tener muchas cosas que decir…
Últimamente no lograba terminar los días y comenzarlos de forma racional, las sensaciones atesoradas en la piel la llevaban ventaja, controlaban aquellos momentos. El resto del día lograba encarcelarlos, a veces hasta con éxito…

Apuró el café, se incorporó dejando que su cuerpo se quejara… las seis y diez, era domingo, tenía planes sencillos…

martes, 22 de mayo de 2012

...esos trenes...


Debería haber pedido permiso para escribir esta historia mas no lo he hecho. Ayer encontré una historia escrita en unos folios desgastados. Algunas de las partes están transcritas exactamente del original, otras son una burda intención de rellenar las partes ilegibles…

En tierra de nadie me encuentro, tratando de racionalizar sensaciones que me piden dejarme llevar.
No es fina mi pluma si trato de describir en una sola palabra la vida que me has devuelto. Maravillosa…
Complicidad que me hace rozar las nubes; el sonido de tu risa, que aún en el peor de los momentos, me saca una sonrisa sentida; criticas que me azuzan a seguir; besos buscados y encontrados; sentirme protegida en tus abrazos; buscada en la sutileza de los roces fortuitos; deseada en tu mirada…
Como bien me recuerda una amiga “los puentes se cruzan cuando llegas a ellos”. Mas cuando te encuentras al borde del precipicio el puente tienes que construirlo tú… Nadie nos pregunta si queremos nacer en este mundo, supongo que tampoco nadie decide por nosotros… muchas de las elecciones que hacemos no las tomamos de forma consciente. Y otras, de las cuales creemos ser conscientes, no son nuestras. Elegimos nuestra ropa, elegimos qué comer, elegimos nuestras casas, nuestros estudios, si salimos pronto o llegamos tarde… pero muchas de nuestras supuestas elecciones no son tales.
Todos habremos oído en alguna ocasión que la familia no la elegimos pero los amigos sí. Probablemente esto será cierto en algunas ocasiones, aunque creo que la elección real está en que escogemos a las personas de las que no seremos amigos, el resto llega a nuestras vidas por pura casualidad. Al igual que no elegimos a esas personas especiales que en un momento efímero de nuestras vidas, nos ilusionan, nos mueven, nos enamoran. Pensadlo bien, ¿elegimos a nuestros amores? No lo creo. La fortuna, la vida o el destino (cada uno que lo llame como quiera) las pone en nuestro camino. A veces correspondidas y otras no. Las vidas entrelazadas no tienen porque llegar a cruzarse. Los sentimientos no los controlamos o elegimos, simplemente son. Eso sí, elegimos dejarnos llevar por ellos o confesárselos a la luna para que nos guarde el secreto y en ocasiones ese secreto, en un acto de absoluta grandeza, nos permite ver como esa persona es feliz y no con nosotros… Seguramente sea doloroso, pero nadie nos dijo que no se pudiera llorar mientras sonreímos.
Así, aunque tengamos la sensación de llevar tatuada en la frente alguna palabra del calibre de “tonta”, posiblemente, dejar pasar el tren sea una de las elecciones más altruistas que podamos regalarnos.

Me perdería contigo y en ti… sin dudarlo…

viernes, 11 de mayo de 2012

...a corazón abierto...


…amistad… quizás no soy digna ni de nombrarte, al parecer no entiendo bien tu esencia.
Cuarenta años y aún sigue sorprendiéndome que alguien esté interesado en lo que yo pueda decir. Siempre me ha gustado más escuchar que contar… Prefiero reconfortar a ser reconfortada, ayudar a ser ayudada, acompañar a ser acompañada…
Todos a mí alrededor tienen cosas más interesantes que contar. A quién le va a interesar que ayer discutí con mi hija y que tengo que mantenerme firme a pesar de que lo que me pide el cuerpo es dar mi brazo a torcer aún a sabiendas que flaco favor le haría… o que esta noche volví a pasarla en vela y que mi capacidad de concentración en la lectura (algo que me encanta) se ve tan mermada por la falta de sueño que no consigo leer más de dos páginas seguidas. O que he estado tres años de mi vida haciendo del ombligo del mundo (de mi mundo) a una persona que no lo merecía. O que…
Mis historias no tienen ningún interés, al menos para mí, y por esa misma razón, creo que para los demás tampoco. Con el tiempo, me he ido acostumbrando a contar batallitas de tiempos pasados y a ignorar la rutina de ayer. Y esto, que yo pensaba que hacia bien (porque hasta ahora había funcionado) ha resultado ser un problema. Los demás se dan y yo hago como los caracoles.
Tengo grandes amigos, aunque es cierto que me sobran algunos dedos de la mano para contarlos, y al igual que yo tienen sus defectos que los hacen únicos, interesantes, buenas personas y grandes, grandes amigos y a los que no quiero renunciar por esos pequeños detalles que voy descubriendo y que no me gustan o no entiendo. No quiero renunciar a sus risas, ni a sus llamadas nerviosas de madrugada, ni a sus preocupaciones, ni a sus criticas, ni a sus meteduras de pata… no quiero renunciar a seguir estando ahí… para escuchar, reconfortar, ayudar, acompañar… pero sobre todo para sonreír cuando ríen y son felices... son otro trocito de mi felicidad…
Hasta ahora ninguno se había quejado de que yo contara poco, de otras facetas, si, pero de esta en particular, no, hasta ahora… Sé que la amistad es algo que hay que alimentar de los dos lados, a veces tira más uno que el otro, pero las tornas cambian cada cierto tiempo, sé que si la amistad puede superar distancias, tiempos y dificultades, durara, casí seguro, para siempre. Pero nunca me había planteado que el intercambio de información casual fuera necesaria… la información de mi vida la suelo dar a pequeños retazos en conversaciones, sobre política, música, programas de televisión, valores vitales, sexo o en cualquier otra que se te ocurra, incluso mi blog contiene mucha información de mi vida escondida entre otras historias inventadas… al parecer no es suficiente…
Así que para empezar, aquí está esta entrada, escrita a vuelapluma como las demás, pero con mucho de mi misma y nada inventado… el próximo paso será no olvidar…

domingo, 6 de mayo de 2012

Madre... no hay más que una...


Hace ya muchos años que ambas nos matriculamos en uno de los cursos más importantes de nuestras vidas. Yo comencé a ser hija, y tú empezaste a ser madre. El camino no ha sido fácil precisamente, pero ha sido maravilloso. Tu dedicación, aún hoy por hoy, es plena. Tu lucha por que yo lograra ser mejor persona a cada paso ha sido épica. Contigo aprendí que a pesar de las situaciones difíciles con las que nos vamos encontrando o vamos eligiendo, no podemos rendirnos, por que nunca se sabe que pasará en los últimos momentos. Contigo aprendí a ver el lado positivo de los contextos más adversos. Contigo aprendí que no por tener menos somos menos, la humildad bien llevada siempre fue uno de tus fuertes. Contigo aprendí a mirar a la gente a los ojos y fijarme en los rasgos positivos, sin ignorar los negativos (eso si). Me enseñaste a amar los libros, a disfrutar de la lectura. Me enseñaste que en muchas ocasiones menos es más. Me enseñaste a ser responsable de mis acciones, mis decisiones y que de los errores se aprende, aunque los volvamos a cometer. Me enseñaste a que en esta vida todo tiene consecuencias, que hay que pensar antes de actuar. Me enseñaste que el amor es incondicional. Que a veces renunciar no es rendirse, es dejar que otro sea feliz. Me enseñaste a ser justa, o al menos intentarlo, con todos. Aprendí que los abrazos son un acto íntimo y sincero. Que llorar no es un acto de debilidad, si no de necesidad. Me enseñaste a amar la naturaleza, a disfrutar de ella y a respetarla. Me enseñaste a tener una conciencia crítica, incluso contigo. Me enseñaste que el trabajo duro y los esfuerzos tienen sus recompensas. Me enseñaste que los pequeños detalles son la diferencia entre un día y otro. Me enseñaste a que la verdad siempre es como el aceite encima del agua, tarde o temprano sale a flote, que la paciencia hay que cultivarla, que si aprendemos jugando aprendemos más rápido. Contigo aprendí que la esperanza, a pesar de ser esquiva, es lo único que no perdemos. Que es fácil ser generoso cuando se tiene, pero mucho más gratificante cuando requiere renunciar a lo tuyo. Aprendí que las medias tintas no son buenas. Que a veces necesitamos errar para comprender y conocernos. Que un paréntesis de ocio es necesario para poder seguir. Que todos somos especiales, al menos para nuestra gente…
Aprendí, me enseñaste, me apoyaste, me escuchaste, luchaste por mí y conmigo… y lo seguimos haciendo…

Mereces mucho más que un día, unas flores, un perfume o un libro… mereces mucho más que una entrada en un blog… pero aún no sé como empaquetar los sentimientos, ni un rayo de sol que seguiría siendo poco, ni las risas de tus nietos, ni la sensación de orgullo cuando hablo de ti… 
Mamá te quiero tanto…

jueves, 3 de mayo de 2012

Debilidades y preferencias... ¿o era o?


Todos nos fijamos en alguna parte del cuerpo de los demás, tenemos debilidades o preferencias (cada uno lo llama como quiere y puede). Hay topicazos que todos hemos utilizado como argumento alguna vez. “…me fijo en los ojos, son la ventana del alma…” o aquello de “… una mirada limpia…” (recién sacadita de la lavadora, ¡ja!). Cuando la conversación se torna un poquito más caliente, las respuestas suelen empezar a ser más sinceras, aunque siempre hay alguien que insiste en que su parte del cuerpo favorita son los ojos, y hasta cierto punto estoy de acuerdo, una mirada puede ser intensamente expresiva, perturbadora, sensual, pero en los ojos nos fijamos todos.

Algunos se fijan en el culo, ¡si! en el trasero (¿os extraña?), tanto ellos como ellas; nos llaman la atención por su redondez, sus curvas, su forma, parece un buen lugar donde apoyarse, asirse, agarrarse…
Otros en el pecho, tanto ellos como ellas, (si, nosotras también nos fijamos) aunque si el culo aunaba razones, aquí las divergencias son evidentes, grandes, bien formados, chiquitillos, peludos, rasurados (mmmm…), turgentes, respingones, separados, muy juntos (¡esos canalillos!), naturales, no tan naturales…
Y qué me decís de la boca, esa parte la adoramos todos (vaaale… casi todos), generosa, voluptuosa, pequeña, carnosa, sutil… con pequeños defectos que la hacen única…
Los menos, se fijan en los hombros, tanto ellos como ellas, nos gustan por que en ellos encontramos los huecos perfectos donde sentirnos protegidos, …huesudos, musculados, redonditos…
Los más fetichistas se fijan en los pies, aunque aquí si he de decir, que son más ellos que ellas, ya que los pies femeninos suelen venir acompañados de zapatos (como los de ellos, vaya tontería, pero me habéis entendido)…
A otros nos gustan las manos (y todo lo demás, por supuesto) por variadas y múltiples razones; grandes, con los dedos finitos, huesudas, uñas largas, pequeñas, dedos regordetes… pero quizás la principal razón sea lo que transmiten cuando tocan, se mueven o acarician, calidez, cariño, frialdad, repelús, gratitud, plenitud, evidencia, enfado, ganas, indiferencia, seguridad, curiosidad…

Aunque al final, nos termina gustando el conjunto y hacemos favorito a una de sus partes, curiosamente elegimos una y la acompañamos de la mirada. Paseamos los ojos por todo él o ella y rematamos el gesto con un asentimiento de cabeza regodeándonos, deleitándonos, complaciéndonos en esa parte que tanto nos gusta…



Así que elegid o no, …mas disfrutad…

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