lunes, 28 de enero de 2013

Espiral de indiferencia...


…la manta se deslizó dejando al descubierto su cuerpo desnudo. Se había escondido tras un cigarrillo con el fin de olvidar lo visto unos minutos antes…
Aquel ascensor no era peligroso en si mismo, el verdadero peligro habitaba en lo que su poderosa imaginación le había mostrado dentro de él y le había hecho sentir de forma tan vívida.
Las palabras aún retumbaban en su cabeza, junto con las imágenes proyectadas de forma repetitiva… entraba sin remedio en la espiral de la indiferencia y no veía salida posible…

“…demasiado complicado…” le había oído decir entre lagunas de memoria y besos prohibidos.

“…estás loco, tienes estabilidad y una vida casi hecha… simplemente tienes una mala racha, olvidarlo es lo mejor que puedes hacer…” las palabras brotaban de la boca de alguien que apenas conocía.

“… ¿…ella… por qué no yo?... “éstas no salieron al exterior, pero fueron gritadas tantas veces que parecían las más reales.

Así, sin más, fue vetada en sus propios sueños… malas pasadas que juega el subconsciente cuando le dejamos campar a sus anchas.
Se había despertado como cuando tenía pesadillas siendo pequeña, ignorando las imágenes y haciendo que la lógica regresara a su cama. Empapada en sudor se envolvió en una manta y salió al patio en busca del frío. Sentada en los escalones, mientras apuraba un cigarrillo… las estrellas aún la contemplaban…  desterraba imágenes amenazadoras, sensaciones aterradoras y pensamientos ridículos, su móvil anunciaba que su subconsciente veto no era más que un mal sueño.

-“…estas despierta? …puedes salir un momento?”
Leyó el mensaje, incrédula, un par de veces y se asomó a la puerta…
…una sonrisa la acogía y hacía desaparecer el mundo…
Se acercó y rozo sus labios sin apenas susurrar una palabra. Saboreó cada segundo…
-“…sólo quería besarte…”
Subió a su coche y desapareció…

El sonido del teléfono se hizo atronadoramente real, era la alarma que anunciaba un nuevo correo… abrió los ojos… sólo eran las seis menos cuarto de la mañana… sólo había sido un extraño sueño… sólo era lunes… sólo…

…espiral de indiferencia que la sumía en la más absoluta impotencia…

sábado, 26 de enero de 2013

...todo bien


Puedo esconder mis manos para evitar tocarte, mas no mis ganas… Puedo silenciar palabras para ahogar verdades, mas no mis ganas… Puedo ignorar sentimientos para no comprometer, mas no mis ganas… y a veces mis ganas me juegan malas pasadas…

El tiempo diluye todo, incluso las necesidades más básicas, pero que el reloj no pare, no significa que no se encuentre ese placer ancestral de acurrucarse íntimamente en lo conocido, en lo acogedor…

Aprendemos a posponer decisiones complicadas y nos dejamos llevar haciéndonos prisioneros voluntarios del día a día. Aparentamos que todo va bien aún sin querer lo que tenemos por miedo a perderlo.

A veces hay que luchar, pero otras, una retirada es una gran victoria. Casi siempre tiramos demasiado de la cuerda, casi siempre la cuerda se rompe y con un poco de suerte no nos da en las narices, mas en ocasiones hay que dejar que la cuerda no parta, por respeto, por madurez, por cariño, por todo lo compartido, por hacer un pequeño homenaje a los buenos momentos vividos…

Me gusta la gente que es lo que es, sin zarandajas… me gusta la gente que lucha hasta el final y también la que sabe cuando llegó éste… me gusta la gente que no finge, que no esconde, que es capaz de hacer suyos momentos muy complicados… me gusta la gente que sin olvidar quién es se adapta a las situaciones lo mejor que puede… me gusta la gente que se desnuda sin pudor ante los suyos… me gusta la gente que tiene la mirada sincera… me gusta la gente que de sus imposibles crea una posibilidad…

No logro entender que no aproveche cada oportunidad, cada posibilidad, cada momento para acurrucarse… claro que mis imposibles son sus posibles y en ocasiones los posibles nos pasan desapercibidos…

Deseo que ese “todo bien” sea mucho más real de lo que ha sonado en mi cabeza. Sigo estando ahí, como siempre...

viernes, 11 de enero de 2013

Esencia de promesa


…Qué difícil es estar tan cerca y no poder besarte…, había dicho en pensamientos una y mil veces mientras trataba de conciliar el sueño.

…Qué difícil es estar tan cerca y no poder sentirte…, había dicho con la mirada mientras buscaba el arcoíris entre el blanco y el negro.


Aún no creía que hubiera sacado aquel billete. El tren traqueteó durante unas  horas. Las imágenes que la ventana le devolvía cambiaban paulatinamente. El amarillo iba desapareciendo y el verde invadía cualquier espacio. Su aventura podía ser una locura, pero sería una gran historia que contar a los nietos, pasara lo que pasara…
El amanecer le acompañaba en su pequeña escapada. Una pequeña maleta le recordaba que su decisión parecía parte evidente de una enajenación pasajera. Bajó la ventanilla para disfrutar del primer aire del alba. No había mucho tráfico, le gustaba conducir…


Allí estaba… Inés se había descalzado, hacía demasiado tiempo que no sentía bajo sus pies esa sensación tan deseada. Aún le quedaba media hora…
Desde la cafetería podía descubrir una y otra vez aquel paisaje que no reconocía y tanto había echado de menos. Juan disfrutaba de su café…


Las siguientes horas transcurrieron entre palabras mudas preñadas de deseo, suspiros robados a caricias prohibidas, y preguntas impedidas que por fin encontraban voz. Unas horas, unos instantes… una vida tornada en esencia…


Hace algún tiempo, Inés y Juan habían prometido encontrarse lejos de todo. Entre risas y bromas, eligieron un lugar desconocido para ambos, un día al azar y una hora. Ninguno volvió a mencionar la conversación, mas ninguno de los dos la olvidó…

sábado, 5 de enero de 2013

Carta a los Reyes Magos


Queridos Reyes Magos:

A lo largo del año he recibido muchos regalos. Algunos eran pequeños detalles, otros grandes presentes… traté de dar las gracias por todos ellos, aunque siempre me quedó la sensación de que no los agradecí lo suficiente.

Este año quiero que me traigáis palabras para agradecer todo aquello que reciba, para arropar a mi gente en los momentos que lo necesiten, para seguir escribiendo pequeños relatos, para seguir siendo… También quiero seguir escuchando, besando, abrazando, sonriendo, sintiendo… Quiero poder seguir disfrutando de los grandes momentos que se presenten, pero sobre todo de los pequeños, de esos que duran unos instantes, de esos que marcan las diferencias, de esos que tanto me gustan. Quiero seguir teniendo la capacidad de sorprenderme, y de ruborizarme (es una tontería, lo sé…). Quiero poder ayudar cuando me pidan ayuda, pero sobretodo quiero poder ayudar cuando Mi Gente lo necesite y no lo pida… Quiero estar, no perderme nada y lo que me pierda que lo cuenten haciéndome sentir que estaba allí… Quiero seguir sintiéndome útil, querida, parte de la vida, parte de Mi Gente… Quiero seguir teniendo la capacidad de disculparme, de pedir perdón cuando cometa errores… quiero seguir luchando por aquello que creo que merece la pena… quiero…

Y para terminar… quiero un libro, quiero que me traigáis una historia. Ninguno en particular, sólo será la pequeña prueba material de que esta carta llegó a su destino.


¡Ah! Lo olvidaba, haced que esta noche sea mágica para todos aquellos que aún cuidamos de nuestro pequeño niño interior…
                      (Pondré leche y galletas… como siempre…)

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