jueves, 26 de abril de 2012

...eclipse...


Había una vez un lugar al que no llegaba la luz. Un lugar que fue hermoso en otro tiempo. La oscuridad y las tinieblas fueron ocupando el hogar de su eterno habitante, la belleza, que se fue ocultando en el interior de todo aquello que protegía su fragilidad.
La luna había descubierto tan siniestro sitio y se lo había mostrado a sus infatigables compañeras, las estrellas. Sus esfuerzos por desterrar aquella siniestra oscuridad fueron inútiles. La curiosidad que aquel lugar le hacia sentir era tal, que no veía la hora de lucir en el cielo para intentar desenmascarar aquello que tanto le llamaba la atención.
El tiempo pasó, y su curiosidad fue disminuyendo hasta caer en el olvido.
Aquel día, el sol apareció en el horizonte con una elegancia tan especial, que la luz que emitía hacía que las plantas, los árboles, los animales, las piedras, los ríos, las montañas… incluso los humanos se vieran tan bellos como hacia mucho tiempo atrás, tanto, que ni los más viejos lo recordaban.
El sol estaba feliz, rebosaba grandeza, sencillez, generosidad, sobre todo lo que sus rayos tocaban.
Pero su luz tampoco llegaba a aquel lugar.
La luna se lo había mostrado en el pasado e intentándolo todo, nada había cambiado.
Aunque, aquel día iba a ser único. Pues el sol y la luna tenían una cita entrañable.
Después de cortejar el tiempo para poder enseñar al mundo su amor, aquel día se unirían por un instante, para volver a esperar a que Cronos envejeciera rápido y que sus orbitas volvieran a permitir aquel encuentro.
La hora de la cita estaba a punto de llegar. La luna se acercaba a su eterno amante con erótica lentitud. Cuando por fin estuvo delante de su platónico amor, solo tuvo un instante para rozar su cuerpo. Un instante mágico. Un instante que los condenaba de nuevo a una larga espera. Los amantes se fueron separando con lentitud angustiosa, tendiendo sus rayos de luz para sentir hasta el último momento aquel goce mortífero.
 
Todo había pasado.

Regresaron a sus respectivos lugares, anhelando el rápido paso del tiempo y la pronta llegada de su próxima cita. Pero sus lágrimas les habían impedido ver lo que había sucedido mientras se fundían.
Su encuentro había iluminado el mundo con una luz muy especial. Tan especial y única que había hecho huir a aquella impenetrable oscuridad, dejando al descubierto la belleza incomparable del lugar que habían olvidado.

Aquel lugar mostraba la esencia de la inspiración de los grandes poetas, y también de los humildes, la inspiración de los escritores, de los escultores, de los arquitectos, de los pintores, de los médicos, de los contadores de historias, de los padres y madres que hacían volar la imaginación de sus hijos cada noche,…, de todos aquellos que vivían soñando que las brujillas que manejaban la inspiración de su trabajo, fueran amables y les fueran ofreciendo sus agradables favores.

Ahora te toca a ti,  encontrar el camino para encontrar ese lugar, reinventa tu sendero, tu puedes hacerlo. Pero no dudes en derramar lágrimas, ni tan siquiera dudes en mostrarte triste, el alma necesita una cura y nadie es invencible...

sábado, 21 de abril de 2012

Ángeles...


¿Existen los ángeles? No puedo negarlo, aunque si afirmarlo.

Siempre o casi siempre he tratado de no definirme, pero he de decir, para ser fiel a mi misma, que no soy creyente, tal y como entendemos en la sociedad actual este vocablo.

Creo en mis hijos, dos maravillosos seres capaces de hacerme tocar el cielo y arrastrarme por la preocupación con los más ínfimos detalles. Creo en mi familia que casi siempre ha estado ahí, a su manera, con sus exigencias, sus juicios, su generosidad, su humildad. Creo en mi gente, con sus silencios, sus desapariciones, su saber estar, sus egoísmos, su derroche. Creo en la gente, con sus ilusiones, sus problemas, sus miserias, sus extravagancias, su ignorancia, sus opiniones, sus expectativas. Creo en las personas que dan a cambio de nada, simplemente por el hecho de hacer suyos los problemas de los demás. Creo en la conciencia social, independientemente de las ideologías políticas, porque en ella está la evolución humana. Creo en los pequeños detalles, esos que hacen que los días sean diferentes. Creo en las palabras, en todas y cada una de ellas, hacen interesantes nuestras vidas. Creo en el arte siempre capaz de despertar sensaciones. Creo en la curiosidad sana que nos empuja a conocer cada día algo nuevo. Creo en las relaciones entre las personas, independientemente del sexo, edad, ideologías o creencias. Creo en el poder de la información y lo dañina que puede ser cuando esta se manipula para obtener de forma fraudulenta objetivos prefijados. Creo en el conocimiento, ya que él nos da la facultad de opinar, discernir, elegir, errar… Creo en el amor, las sensaciones, las mariposas en el estomago, la pasión, los besos, los abrazos, los sentimientos… Creo en las contradicciones, son estupendas y son el algo diferente de cada uno. Creo en aquellos que entran en nuestras vidas y la ponen patas arriba. Creo en el poder de la naturaleza. Creo en la vida y esas tentaciones que nos regala para deleitarnos. Creo en la mirada de mi gente, ese poder infinito que las palabras tratan de plasmar y no logran conseguir. Creo en las caricias, su calidez, su significado, su esplendido poder de curación. Creo en el respeto y la tolerancia, de todos por todo, o casi todo. Creo en mi misma, con mis miserias, mis complejos, mis inseguridades, mis miedos, mis torpezas, mis ilusiones, mis palabras, mis acciones, mis errores, mis vivencias, mis ganas de más, mis pasiones, mis tentaciones, mis abrazos, mis…

Creo en los ángeles, en los terrenales, en esos que se cruzan en tu vida y se quedan haciéndola interesante, divertida, pasional… convirtiéndola en merecedora de ser vivida…

Creyente, el significado convencional no fue de mi gusto nunca. Quizás mi significado no sea el correcto, mas como podéis leer soy creyente ¡y mucho! Y si, creo en los ángeles… quizás los míos sean de carne y hueso, de los que ríen, sienten rabia, se apasionan, lloran, besan… creo en ellos, quizás más imperfectos pero ángeles, mis ángeles, al fin y al cabo.

viernes, 20 de abril de 2012

Siempre, siempre...


Allí estaban, el uno frente al otro, parados tratando de contener el sentimiento vívido que les empujaba a salir corriendo.
Había pasado tanto tiempo que no lograban recordar sus voces, a pesar de que para sí mismos habían recreado una y otra vez aquellas conversaciones que hacían de las horas minutos. Mas la mirada que mantenían decía mucho más que cualquier palabra dicha en voz alta. Aquello no lo habían perdido, sus miradas se entendían.
En aquellos instantes, sus recuerdos se agolpaban en un esfuerzo por encontrar la palabra adecuada. Recordaban las risas, las confesiones, las opiniones encontradas, las decepciones superadas, las promesas no olvidadas… todos salían a borbotones inundando el espacio entre ambos…
Ninguno de los dos dijo nada, caminaron hacia el otro y se fundieron en un tierno y largo abrazo, no acudieron lágrimas a sus ojos, pero si una gran sonrisa iluminaba sus caras cuando sus brazos habían reconocido el calor de sus cuerpos.
Recogieron sus maletas y delante de un café se pusieron al día en un par de horas. Nunca habían perdido el contacto, llamadas de teléfono, correos electrónicos, incluso mantenían una relación muy estrecha a través de las redes sociales… aunque al final del café reconocían como echaban de menos el ver al otro, ver su cara, su mirada, su reacción, sentir un abrazo era insustituible.
Los tiempos que corrían los había enlatado en trabajos absorbentes que apenas dejaban hueco para las tan añoradas relaciones de “tu a tu”. Todo giraba entorno a las nuevas tecnologías. 140 caracteres te daban la oportunidad de leer como Argentina hacía suyo lo ajeno o como uno de tus amigos iba a casarse. Conversaciones delante de una fría pantalla que ganaba calor con vocablos atrevidos, caritas sonrojadas o canciones con significados diferentes dependiendo de cada oyente.
Se iban a dedicar dos días, querían contarse aquello que no habían hecho por teléfono, no era nada importante, pero no se atrevieron a decírselo a un gélido aparato, necesitaban mirar al otro y sentirse escuchados. 48 horas de sentimientos a flor de piel, miedos vitales, confesiones infantiles, objetivos ocultos, risas incontroladas, recuerdos… 48 horas después de dos años sin verse.
La ciudad elegida, desconocida para ambos y descubierta juntos. Pocos lugares de interés turístico, mas una gran gastronomía por descubrir y bares y garitos que invitaban a mezclar conversaciones trascendentales con carcajadas descontroladas.

Tras dos días, todo se les hacia corto, habían quedado muchas cosas en el tintero, se iban con el deseo de más y con la promesa de volverlo a repetir antes de que pasaran otros dos años… un abrazo en la estación del tren los devolvía a la cruda realidad, a sus conversaciones telefónicas, sus comentarios encriptadas en twitter, sus fotos más recientes en facebook y sus recuerdos más preciados en sí mismos…

domingo, 15 de abril de 2012

...sueños, sueños son...


... ... el tiempo parecía haberse confabulado y alargar el momento, las palabras se habían ahogado en sus bocas dejando paso a los besos, besos lentos, apasionados, pacientes… 

... el mundo había desaparecido, sólo estaban ellos… dejaron que sus cuerpos hablaran sin prisas, dejaron que el deseo se alimentara en cada uno de los manantiales del placer que se brindaban pletóricos… cada rincón de su piel fue mimado hasta el éxtasis… 

... el aire entre ambos estorbaba… fundidos en un remanso de placer erótico, disfrutaron de unas horas o quizás fueron unos minutos… la vida volvía a ellos en forma de sensaciones táctiles imposibles de describir… 

... la avidez desataba el apetito secreto por estar cerca, muy cerca… 

... los mordiscos cariñosos, la dulzura, los susurros, las palabras entrecortadas, los gemidos sordos precedieron al deseo atávico de abandonarse y se dejaron llevar…



… aún podía oler su cuerpo… Inés había salido al jardín. El riego estaba en pleno funcionamiento. El reloj marcaba una hora recién estrenada. Sólo quería sentir la frescura de la hierba en los pies. El sol comenzaba a desperezarse en el horizonte. Se sentó en el peldaño de las escaleras y cerró los ojos. Trataba de recuperar el aliento… minutos antes se había despertado desorientada y empapada en sudor… aturdida bebió un vaso de agua en la cocina y salió al exterior en un intento de volver a la realidad. No podía evitar ver las imágenes que había soñado. Estremecida, aspiro una gran bocanada de aire helado. Las escenas seguían agolpándose en su mente, no lograba colocarlas en el orden lógico… encendió un cigarrillo mientras tiritaba sin ser consciente de ello. Los ladridos del perro del vecino la devolvieron a la realidad.


- ...sólo es un sueño… nada más.- dijo en voz alta, mientras se incorporaba y regresaba a su soledad…

jueves, 12 de abril de 2012

De como seguir siendo decepción...



Me han coloreado el alma y no entro en calor.
Incapaz de controlar nada. Rebobino mientras cierro los ojos, siento… Dejé mi calor en su cuerpo, de repente, sin previo aviso. “No beso, si no siento” hay palabras que se escriben sobre el agua, otras se tatúan a fuego.
Si, me has desarmado y aún no entiendo cómo. Poquito a poco has dejado que me sintiera bien conmigo misma, sin aparentar nada, sin zarandajas, me has dejado ser. Y hasta que no he sido consciente de ello no me ha dado vértigo. Ahora soy como un elefante en una cacharrería, intento no tocar, ni tirar nada y en cada intento lanzo una estantería por los aires.
Da miedito que alguien tenga la capacidad de hacerte sentir viva, da miedito que alguien pueda hacer que te replantees ciertas actitudes ridículas, da miedito…
En una sociedad enlatada, con estereotipos creados y etiquetas personales del tamaño de las vallas publicitarias, siguen existiendo personas que no se dejan influir por todo ello. La vida, a veces, en un acto de generosidad, pone a una de ellas en tu camino.

Ahora, mirando por la ventana, espero que la lluvia que cae sea capaz de llevarse la desazón, el desasosiego, la angustia… deseo egoísta, si lo analizo bien.

Disculpa, no quería que te sintieras decepcionado. No fue mi intención provocar ese sentimiento tan duro en ti. No voy a explicar mi actitud, no existe una explicación clara. No voy a escudarme en mi pasado… Estoy aprendiendo a dejarme querer sin intereses creados y no me está resultando nada fácil, trato de no dejarme llevar por sensaciones, trato de no cerrar los ojos, trato de no rebobinar y desear, pero no me está resultando nada fácil… Siento que tu preocupación se haya tornado decepción en un abrir y cerrar de ojos. A veces necesito un punto sobre la i para reaccionar y el silencio es un punto muy claro y duro. Aunque si realmente te sientes engañado, estas en pleno derecho de poner puntos a todas las íes que encuentres.

A veces, la vida, en un acto de pura inteligencia, hace desaparecer los elefantes de las cacharrerías…

Blanco y negro


Blanco y negro, ¿no hay más? Claro que hay más, una paleta inmensa de colores y cada uno nos situamos en uno de ellos todos los días, quizás en más de uno. Hay días rosas, esos llenos de tonterías, de quehaceres diarios, de rutina. Los hay rojos, llenos de pasión, de roces, de caricias, de besos infinitos. Verdes, burbujeando luchas, reivindicaciones, conciencias sociales y personales. Azules, calmados, sosegados… Esa amalgama de sensaciones traducidas al color puede ser interminable, verdes azulados, rojos cobrizos, rosas palo, grises… Pero al final, todo se puede resumir en dos, los blancos y los negros. Pasamos por aquí dejando una impronta cada día, con nuestras acciones, nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestras actitudes… y a veces la sencillez del blanco se torna gris sucio en un segundo, sin motivo aparente. Una palabra dicha a destiempo, un silencio sepulcral que apuñala el alma, una reacción mal interpretada, una explicación no dada o no escuchada. Hoy soy negro y ayer blanco, ¿imposible? No, al parecer, es posible. El cansancio tiene color, al igual que la paciencia, la preocupación, la decepción o la tristeza. Huellas que dejamos alrededor, en nuestra gente, pintando sus días de un color determinado.
 

Los míos han sido de muchos colores, variedades con matices muy ricos. Aunque para ser del todo sincera la mayoría de las pinceladas las dí yo. Decidí teñir mis días a cada paso dado, a cada decisión tomada, los tuve rosas, verdes, azules, rojos, morados, y por supuesto, blancos y negros. Y la dureza y la intensidad parecían haber desaparecido. Aunque sigo teniendo una paleta llenita de colores vivos, resulta que no sé como utilizarlos o al menos no sé como utilizarlos bien. Sigo intentando que mis colores no desencajen lo que realmente soy, sigo aprendiendo cada día a utilizarlos… aunque a veces sea capaz de convertir en negro lo anteriormente coloreado. Mas sigo aprendiendo a colorear…

miércoles, 4 de abril de 2012

¡¡Caótica!!



Al final de la calle se encontraba el café, sólo eran unos pasos más, pero quería alargar aquel momento. La lluvia caía con infinita generosidad, estaba empapada pero ni tan siquiera lo sentía. La gente corría de un lado para otro, los paraguas chocaban, los coches pitaban insufriblemente… prisas…
Un café solo con hielo y la prensa del día… todo eran buenas noticias, ¡que novedad! No quería regresar a casa, volver a la rutina diaria… ordenar ideas, sensaciones, era esencial. Los hielos tintineaban mientras movía distraídamente el vaso. Rodeada de extraños no podía, ni quería centrarse en nada. Paseaba su mirada por el bar sin saber donde posarla. Mudas gotas salpicaban los ventanales olvidando entonar su melodía vital. Pagó su café y salió sin rumbo… la calle mojada hacía que pusiera más de un sentido en sus pasos, incapaz de relajar la mente. Todo se amontonaba y nada quería regresar a su lugar. Descolocada, todas aquellas barreras construidas con brutalidad alemana, que hasta ahora tan bien habían empeñado su labor, ahora la abandonaban… caían una detrás de otra como los naipes de un castillo imaginario. Todo ese poder concentrado en las barricadas… el claxon de un coche la devolvió a la realidad, sin querer había llegado a la puerta de su casa. Abandonó la idea de encontrar la solución en aquel momento, una vez más estaba a merced del tiempo. Tras atravesar el umbral, retornaba a su vida… los biberones, la ropa por recoger, la anárquica cocina, el teléfono había sonado, la cadena del baño se había estropeado y el microondas había pasado a mejor vida hacía ya días… y todo lo que quería era descansar… Idas y venidas sin objetivo fijo no estaban ayudando… la radio sonaba por tener compañía susurrada… reconocía la canción, seguramente la había escuchado más de una vez. Cansada, enfadada, desarmada, desencajada… sólo era capaz de gritarse ¡céntrate!
El reloj marcaba las dos, una hora de lucha interna, una hora para una tregua, una hora… cuando, al fin su ritmo se había tornado casero, sonó el timbre. ¡No me lo puedo creer! ¡¿y ahora qué?! En la puerta había un chico con una carpeta en la mano y una flor en la otra. Creyó oír como le pedía que firmara la entrega… ¡una flor!
La lluvia trajo vida y con ella, miedo… y una flor…

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