domingo, 6 de mayo de 2012

Madre... no hay más que una...


Hace ya muchos años que ambas nos matriculamos en uno de los cursos más importantes de nuestras vidas. Yo comencé a ser hija, y tú empezaste a ser madre. El camino no ha sido fácil precisamente, pero ha sido maravilloso. Tu dedicación, aún hoy por hoy, es plena. Tu lucha por que yo lograra ser mejor persona a cada paso ha sido épica. Contigo aprendí que a pesar de las situaciones difíciles con las que nos vamos encontrando o vamos eligiendo, no podemos rendirnos, por que nunca se sabe que pasará en los últimos momentos. Contigo aprendí a ver el lado positivo de los contextos más adversos. Contigo aprendí que no por tener menos somos menos, la humildad bien llevada siempre fue uno de tus fuertes. Contigo aprendí a mirar a la gente a los ojos y fijarme en los rasgos positivos, sin ignorar los negativos (eso si). Me enseñaste a amar los libros, a disfrutar de la lectura. Me enseñaste que en muchas ocasiones menos es más. Me enseñaste a ser responsable de mis acciones, mis decisiones y que de los errores se aprende, aunque los volvamos a cometer. Me enseñaste a que en esta vida todo tiene consecuencias, que hay que pensar antes de actuar. Me enseñaste que el amor es incondicional. Que a veces renunciar no es rendirse, es dejar que otro sea feliz. Me enseñaste a ser justa, o al menos intentarlo, con todos. Aprendí que los abrazos son un acto íntimo y sincero. Que llorar no es un acto de debilidad, si no de necesidad. Me enseñaste a amar la naturaleza, a disfrutar de ella y a respetarla. Me enseñaste a tener una conciencia crítica, incluso contigo. Me enseñaste que el trabajo duro y los esfuerzos tienen sus recompensas. Me enseñaste que los pequeños detalles son la diferencia entre un día y otro. Me enseñaste a que la verdad siempre es como el aceite encima del agua, tarde o temprano sale a flote, que la paciencia hay que cultivarla, que si aprendemos jugando aprendemos más rápido. Contigo aprendí que la esperanza, a pesar de ser esquiva, es lo único que no perdemos. Que es fácil ser generoso cuando se tiene, pero mucho más gratificante cuando requiere renunciar a lo tuyo. Aprendí que las medias tintas no son buenas. Que a veces necesitamos errar para comprender y conocernos. Que un paréntesis de ocio es necesario para poder seguir. Que todos somos especiales, al menos para nuestra gente…
Aprendí, me enseñaste, me apoyaste, me escuchaste, luchaste por mí y conmigo… y lo seguimos haciendo…

Mereces mucho más que un día, unas flores, un perfume o un libro… mereces mucho más que una entrada en un blog… pero aún no sé como empaquetar los sentimientos, ni un rayo de sol que seguiría siendo poco, ni las risas de tus nietos, ni la sensación de orgullo cuando hablo de ti… 
Mamá te quiero tanto…

Entradas populares