jueves, 23 de febrero de 2012

... uno, dos, tres...¡agua!


… y cada vez que miró esa mano derecha recuerdo el agua saliendo de aquella taza…

Comenzaré por el principio… hoy comenzó siendo un día más, uno entre otros tantos. La rutina matutina ha sido la habitual. El despertador, lejos de quedarse mudo, anunciaba con su habitual verborrea que era la hora de comenzar oficialmente. Se terminó la sufrida intentona de que Morfeo acudiera en mi ayuda. (¿Para qué se llaman dioses, si luego no tienen poderes?).
Entrar en la habitación de mi hija (toda una aventura), hoy tocaba ladrido, qué le vamos a hacer. Entrar en la de mi hijo que a pesar de no gustarle nada despertarse, lanza un beso en señal de cariño…
La ducha, me quedaría bajo el agua eternamente, aún corriendo el riesgo de parecerme a una uva pasa (es la mejor de las opciones que se me ocurre, ¡ja!). … la mochila, la toalla, el bañador, las chanclas… zumo de naranja, pasta de dientes, hacer la cama, … casi es la hora, ¡joder! la lavadora ha terminado… ¡coño! tengo que tenderla (se supone que Pepito Grillo tiene cosas mucho más importantes que hacer), aún me quedan cuatro minutos, ¡hay tiempo! … la cazadora, la mochila, los chicles, los besos, ¡buen día!, las muletas… ¡bien! ya estoy fuera de casa. (Me río yo de los atletas de los tres mil obstáculos).
Según subo la calle, sorteando diversas sustancias (unas más identificables que otras), saludo al barrendero, al señor que va a caminar todos los días, y al dueño de la tienda de electrónica… ya estoy en la parada del bus. Tras unos minutos de espera, aparece a lo lejos, viene lleno, tanto que para entrar hay que hacer malabares (con mochila y muletas incluidas) y para colmo, cuando ya estoy dentro, veo que el conductor es el gracioso que me debe haber recibido con la misma broma unas diez veces: “… la seguridad social tiene un método novedoso para rehabilitar a los cojos. Han alquilado un terrenito en Rodas Viejas y han cambiado a los fisioterapeutas por unas vaquillas, el 90% de los pacientes sufren una cura milagrosa e inmediata.” Todo esto me suelta mientras paso mi tarjeta y sonrío con cara de “ya conozco la novedad”… Mientras esperamos a que el semáforo nos de paso, se da cuenta, junta las manos y pide disculpas con ojitos de cordero degollado. “Tranquilo, es bueno comenzar el día con humor… ja ja ja…”
El recorrido es aburrido, exceptuando la llegada al final de la Gran Vía, el sol baña con sus primeros rayos los Dominicos, casi todos los días me sorprendo diciendo para mis adentros “¡hala!”.
Fin del recorrido, frenazo, salida atropellada del bus, ¡qué frío!
Al fin estoy en la clínica, ¡conseguido y puntual!
¡Buenos días! … la mal apodada “máquina que no hace nada” me espera. Fuera muletas, mochila, abrigo y zapatillas… 20 minutos de relax y después al agua… pero ¡sorpresa! el agua estaba saliendo de paseo y no precisamente venía de la bañera. El cuarto de baño de los chicos se encharcaba por momentos… alguien (no muy civilizado, por decirlo de una manera educada) había introducido de manera sutil y muy eficiente, un objeto no identificable en la taza… fuera calcetines, ¡chanclas al rescate!, ¿cerrando la llave de paso de la taza dejará de salir agua? ¡efectivamente!... metida en mitad del charco, con los pantalones arremangados, oigo salir de mi boca (como quien ve la escena desde las alturas): “si me traes unas pinzas o algo así, puedo sacar lo que está tupiendo la taza”. Mientras pienso para mi “no pienso meter la mano ahí sin más”. Mas las pinzas eran cortas y mi mano nota como el agua la moja… y claro (con la suerte que he tenido siempre) las pinzas no logran arrebatar el objeto a la taza, así que en un acto de purita idiotez paso las pinzas empapadas a mi mano izquierda mientras mi mano derecha se sumerge en la taza para liberar el objeto no identificado, que pasó a tener nombre segundos más tarde… No me lo podía creer, tenía una compresa de la mano y no era mía… ¡puag! ¿una papelera? ¡joder! ¡una papelera, ya!
15 minutos después el agua encharcada estaba recogida… durante los cuales no pude parar de repetirme a mi misma: “no te preocupes, te darás una ducha ahora mismo, no te preocupes y no lo pienses”. Claro, que inevitablemente, media hora en la bañera gigante de una habitación donde sólo estas tu, no es precisamente el lugar ideal para distraerte y no pensar en lo que acaba de ocurrir… Dos duchas más tarde, un crujido de espalda después y un viaje de vuelta a casa, no he podido evitar necesitar una nueva ducha, tengo la mano enrojecida de tanto frotar y el brazo casi en carne viva… he pensado en meterla en lejía, pero es demasiado drástico y malísimo para un posible brote de alergia… así que, me voy de nuevo a la ducha, esperando sentirme más limpia…
Para aquellos que vais a leer esto y vais a vacilarme, que los habrá, diré en mi defensa que el agua estaba aparentemente limpia y sólo quise echar una mano (nunca mejor dicho) y evitar que todos aquellos que estuvieron allí no se mojaran sus zapatos…
La moraleja de todo esto, o al menos el lado positivo, es que todos los días hay situaciones que me sorprenden… así que cruzaré los dedos mientras pienso: “mañana, mañana toca sorpresa seca”.

martes, 14 de febrero de 2012

Intenciones...


Que insignificante puedo llegar a sentirme ante la grandeza con la que algunas personas actúan…

Que insignificante puedo llegar a ser ante la grandeza de ciertos actos que lejos de ser públicos, o pregonados a los cuatro vientos son tan especiales que pasan desapercibidos para la mayoría de la gente…

Que insignificante y que afortunada soy de ser consciente de que simplemente soy una persona…
 
Intento no guardar rencores, odios o resentimientos, ocupan sitio y mi sitio es finito y prefiero utilizarlo mejor…

Intento vivir el presente, disfrutarlo, aunque a veces el presente sea feo, duro o doloroso (de todo se aprende, ¿no?)…

Intento devolver la sonrisa a quien me sonríe y regalársela a quien la disfruta…

Intento creerme que puedo desear, creer y luchar por los sueños que me mantienen niña…

Intento no ser condescendiente, soberbia, maleducada, prepotente o pedante (entre otras muchas cosas)…
Intento valorar las pequeñas cosas, detalles que hacen que mi día no sea una burda copia del anterior…
Intento ser agradecida con aquellos que lucharon por mi, creyeron en mi, suspiraron por mi, se preocuparon por mi, se sacrificaron por mi, renunciaron por mi…

Intento… todos y cada uno de los días de mi vida, intento ser mejor persona, a veces lo consigo y otras no… Soy consciente de muchos de mis errores, seguro que de otros muchos no, y a veces tenerlos tan presentes impide que abra puertas y ventanas… Intento que el miedo no me impida seguir intentando, aunque a veces pierda pequeñas batallas ante él…
… sigo intentando, esperando conseguirlo…

Entradas populares