viernes, 6 de diciembre de 2013

"¿malos sueños?" ...

… La mudanza estaba siendo un desastre, cada vez que abría una puerta aparecían más y más libros. Ya no había cajas donde guardarlos.

Necesitaba un descanso.

El cenicero rebosaba colillas que nunca mataron la ansiedad que prometieron eliminar. El efecto placebo era efímero, unos minutos y el monstruo de los malos pensamientos volvía a escena sin esperar a levantar el telón.

… Las lanas ya estaban embaladas en un gran cesto de trapillo. Las fotos yacían junto a la puerta, amontonadas, perdiendo la magia del momento capturado… todo lo demás no tenía ninguna importancia, los demás podrían guardarlo sin muchos problemas… demasiadas cosas, demasiada gente, demasiadas manos…

Dejaba la casa y no sabía dónde iba a vivir… la sensación era de abismo; no de precipicio, de abismo… y rasgaba cada mirada, cada caricia, cada momento… las decisiones más simples se convertían en feroces batallas internas que dejaban entrever las entretelas de su vorágine interna. ¿Guardar la vajilla con sumo cuidado o simplemente empaquetarla para que sobreviva a la mudanza? ¿Cómo iba a envasar todos los momentos vividos en esa casa? Inés necesitaba escapar, llevaba demasiado tiempo enlatada en aquella absurda mudanza, llevaba días sin descansar, llevaba toda la vida planificándola.

La puerta dejó entrar una figura conocida, sorprendida por aquella visita inesperada se acercó con la explicación de aquel caos saliendo de su boca, aunque no llegó a pronunciar todas las palabras,  se abandonó en aquellos brazos que la rescataron de todo aquello y se echó a llorar…

...


Las seis de la mañana y no sabía dónde estabas, el desasosiego hacia acto de presencia, no sabía dónde estabas; como todas las noches, ¿por qué aquella era diferente? Dicen que cuando dos almas se encuentran tienen una conexión especial (… tonterías)… la intranquilidad física iba en aumento aunque sabía que habías estado paseándote por mis sueños. ¿Por qué te empeñas en hacerme pasear con una venda en los ojos y hacerme sentir?…


miércoles, 24 de julio de 2013

Quizás

Quizás debí contártelo antes, pero no quería molestar (odio esa sensación, seguramente me la provoco yo).
Quizás debería haber acudido a ti, no para que soluciones nada, sino para que me dieras un abrazo de esos que se dan sin prisas, sin palabras, solo para saber que estás conmigo.
Quizás solo tenía que haberme dejado llevar por mi primer impulso, que fue llamarte, pero luego pensé que estarías cansado y con demasiados objetivos cercanos como para preocuparte.
Quizás debí recordar aquello que me dijiste tan enfadado “…los amigos siempre tienen tiempo…” pero otras veces, cuando lo intenté, no pudiste…
Quizás simplemente no quería que me juzgaras, sé que posiblemente no lo hubieras hecho (o sí) pero no era capaz de enfrentarme a ninguna crítica y la verdad es que aún no tengo fuerzas para ello, pero al menos soy capaz de escucharlas y posponer el momento del “derrumbe” unos instantes (los suficientes para salir corriendo).
Quizás no aprenda nunca a creer que hay alguien ahí fuera que se preocupa de esa manera por mí. Quizás te haya decepcionado (una vez más) y eso precisamente es lo que mantiene lejos...

Quizás… ahora ya no sepa como acercarme, … quizás…





miércoles, 3 de julio de 2013

...aciagos tiempos


Se suponía que el alprazolan evitaría que su subconsciente se hiciera tangible. El aire volvía a ser escaso, aquellas bocanadas desesperadas no lograban darle sosiego. Sabía que era una situación abocada a un pronto final… pero la angustia iba ganando la batalla. Las imágenes se agolpaban en su mente, consciente de que eran representaciones ficticias. Recorrió el pasillo hasta el  baño para intentar que una ducha la ayudara a relajarse…

Tristes y aciagos tiempos la enredaban… no era capaz de recordar de dónde había sacado las fuerzas en situaciones peores… las lágrimas se fundían con el agua tibia que recorría su cuerpo, la respiración comenzaba a tener un ritmo casi normal. Nunca había sido tan consciente de su respiración. No podía evitar oír los gritos que había oído minutos antes en sueños; ni ver las caras de mofa; ni sentir como el reloj se reía mientras corría a velocidades vertiginosas; ni lograba entender lo que la pantalla del ordenador le devolvía… un agujero negro con forma de auricular que la desmembraba dejando de forma fantasmagórica sus manos sobre el teclado y su boca con el diminuto micrófono en el ansiado puesto de trabajo… no podía evitar…

Cerro el grifo, se envolvió en la toalla y salió al patio con un gran vaso de agua muy fría. Cuando logró recuperar la compostura cogió el teléfono y marcó el número del centro de salud. Las cuatro y cuarto de la mañana, mas la locución no descansaba, no lo necesitaba.

Su médico de cabecera le extendió el parte de baja y se interesó por cómo le afectaba la medicación. El alprazolan no lograba que sus noches fueran más tranquilas y la venlafaxina no ahuyentaba aquella necesidad de bajarse del mundo. Aunque los ataques de llanto no eran tan frecuentes y casi lograba controlarlos. La citó para la semana siguiente.

Mientras se dirigía a la empresa, su respiración se fue agitando, trató de pensar que aquello era un paseo, un rato que no pasaría entre cuatro paredes… casi lo logra… dejó el parte de baja mientras la administrativo se preocupaba falazmente por su salud… huyó del lugar lo más rápido que su buena educación le permitió. Sólo quería llegar a casa antes que aquel ataque repentino de “llanto fácil” se apoderara de ella…


A veces la lucha más complicada era la que mantenía entre la necesidad de seguir adelante y la certeza de que no podía ser a cualquier precio… llegó a casa, se acurruco entre las sabanas y deseó que el tiempo corriera vertiginosamente…

 

domingo, 23 de junio de 2013

...una quema, un solsticio...

Mientras la pira siga consumiendo los ansiados deseos de todos los convocados invocaré esos maravillosos recuerdos que atesoro desde hace algún tiempo…
Mientras el fuego consuma cada uno de los recuerdos que queremos dejar atrás invocaré esos otros recuerdos que escondo en las tinieblas con el miedo a que vuelvan y revuelvan mi vida…
Mientras la llama empuja al papel a emanciparse de la tinta que alberga pasiones, anhelos, metas, ilusiones; invocaré esos prodigiosos propósitos que arrincono creyéndolos imposibles…
Mientras la luna se siga asomando al mítico rito por el que nos permitimos soñar sobre un papel, y creer en el falaz hechizo de la hoguera que ilumina la noche más corta del año… invocaré esos deseos tontos, inocentes, sencillos, cándidos…
Mientras el mundo sigue girando carcajeándose del ridículo momento… invocaré esos maravillosos deseos que enmudezco y que en delirios nocturnos se hacen reales…
Mientras las brasas disipen lo viejo cerraré los ojos deseando que el sortilegio que hace tan especial el solsticio de verano me deje sentir que aún estas ahí, detrás, susurrando unas palabras mientras el mundo desaparece…

Deseos, anhelos, sensaciones, sueños, propósitos, recuerdos… quema mítica en la hoguera utópica de la noche de San Juan. Disfrutad e intentar tocar la luna…, nunca tan cerca, siempre tan lejos… permitiros perderos por unos instantes… y mientras lo hacéis cerraré los ojos... me perderé contigo y en ti… 

jueves, 6 de junio de 2013

No voy a rendirme, lo siento…


...lo siento... no voy a rendirme...

Los miedos levantan muros… ¿Cuántos miedos espantamos todos los días? ¿Cuántos muros dejamos crecer?

Buscamos motivos y fuerzas, a veces hasta las encontramos… otras la pereza, él qué dirán o el quedarnos del lado seguro de la puerta, pueden… ¿Cuántas oportunidades dejamos pasar por miedo a lo desconocido? A veces los caminos no tienen puentes, los saltos son largos y complicados, así que regresamos por el camino recorrido en busca (engaño vano) de un sendero que esconda un puente…

Los miedos levantan muros y quien espera desespera. Los miedos levantan muros y el que no llora no mama. Los miedos levantan muros y de donde no hay no se puede sacar… Si no preguntas la respuesta siempre será “no”; solo la oscuridad hace que disfrutes de la luz; los errores te hacen aprender; las traiciones te hacen más cauto; las mentiras fomentan tu incredulidad; la falta de humildad genera tu rechazo…

Y al final del día, cuando el sueño te va venciendo, cuando casi sin querer repasas las últimas horas, cuando recuerdas, cuando inventas tu vida… es entonces cuando sin querer descubres lo que realmente quieres, lo que realmente tienes, lo que realmente sueñas… y no creo que eso incluya la resignación, el conformismo… es posible que esté equivocada, aunque permíteme que lo dude. No hagas carcelera de tu rutina a la resignación. No te conformes con lo que tienes si no es lo que más quieres, no dejes que ese muro se levante sin plantar cara. A veces hay que empezar de cero no por ser valientes, ni por ser más felices, ni por ser los mejores, a veces hay que empezar de cero simplemente por ser honestos con nosotros mismos y porque nos lo merecemos…

...lo siento, no voy a rendirme...

jueves, 25 de abril de 2013

...hagamos un trato


Tras la cortina se escondía… un simple trozo de tela la mantenía a salvo… mientras oía las voces que la calle le escupía, trataba de repasar mentalmente los buenos momentos que había vivido junto la persona que gritaba, no recordaba muchos… Unos minutos después, cuando las voces se perdían calle arriba se refugiaba bajo las mantas tratando de olvidar y reconciliar el sueño…
El olor a café era una recompensa a su ya ajetreada mañana. Un poco de hielo en el vaso, delicioso elixir. La noche había sido complicada, el día no podía ir peor, así que subió al bus, ignoró la mala cara del resto de los viajeros y disfruto del corto trayecto.
La jornada de trabajo no fue mucho mejor que la noche, al menos las voces fueron sustituidas por caras de agobio y contestaciones cortantes, mas no eran fantasmas del pasado. Ganaba con el cambio.
La tarde le brindó algún momento de tranquilidad que dedicó a garabatear palabras. El cansancio la venció y se quedó dormida en el sofá.
La televisión estaba encendida, mas no emitía ningún sonido. El portátil ronroneaba sobre la mesa. La vela que había encendido agonizaba, cuando la alarma del móvil la sobresaltaba… le dolía el cuello… apagó la tele, reinició el ordenador, terminó con aquella insignificante llama y se dio una larga ducha mientras la cafetera iniciaba otro día más… encima de la mesa estaba el folio sobre el que había garabateado un sinsentido:


…si alguna vez adviertes que mi mirar ha cambiado, no te asustes, simplemente es una sensación (mas dímelo)… si alguna vez adviertes que me vuelvo esquiva, huraña, distante, no me juzgues, simplemente es una sensación (mas dímelo)… si alguna vez adviertes que me equivoco, dímelo, trataré de rectificar… mas no dejes que el olvido nos habite, prefiero una pelea a la indiferencia, prefiero una llamada a deshoras que el silencio, prefiero una preocupación compartida a una sonrisa fingida, prefiero un dedo acusador al abandono… Hagamos un trato, quisiera contar contigo, no para que acudas en mi auxilio, sino para saber que realmente estas ahí. Hagamos un trato, quisiera que contaras conmigo, no para acudir en tu auxilio, sino para que sepas que estoy ahí… Quizás no podamos remediar la preocupación pero será peso compartido…
…contar, reír, llorar, besar, gritar, abrazar, cantar, discutir, apoyar, estar, ser… hagamos un trato…

… un sinsentido, ridículo, pretencioso,… sentido…


Era viernes, un día más en su maltrecha semana…


lunes, 22 de abril de 2013

...libro viejo... libro nuevo...


¿Estamos cada vez más perdidos o es una sensación mía? Quizás la pregunta debería ser: ¿estoy cada vez más perdida o es simplemente una sensación? Todo parece complicarse a medida que la vida pasa, dejamos de disfrutar de las cosas sencillas…
Hoy es el día de la Tierra… recuerdo a mi abuela separando la basura orgánica del resto. Y ésta a su vez era minuciosamente escogida para dar de comer a las gallinas, o los cerdos. Los pocos plásticos que se consideraban desechables eran utilizados y reutilizados hasta casi su descomposición; y ni un papel terminaba en el cubo de la basura… eran otros tiempos, lo sé (en ocasiones echo de menos aquella sencillez). Hoy tiramos cantidades ingentes de comida a la basura (sólo en ciertas partes del mundo); reutilizar una botella de plástico está mal visto (en ciertos círculos)… hemos pasado de la reutilización natural de los recursos al “usar y tirar”…


Si cada uno de nosotros se planteara las repercusiones que a medio plazo pueden tener sencillas acciones sobre el mundo que heredaran los nietos de nuestros hijos, actuaríamos de otra manera. Es una cuestión de automatizar ciertos comportamientos consumistas, reeducar o volver a la sencillez, lo podéis llamar como queráis… Y esto no es una cuestión de ser ecologista o verde o… (seguro que se os ocurren muchos más adjetivos); es una cuestión de conciencia, quizás de actitud… “las cosas bien hechas, bien parecen” o aquello de “dejar el lugar en las mismas o mejores condiciones de lo que os lo encontrasteis”… Y no digo que la época actual no tenga su lado positivo, lo tiene y bien grande, pero para mejorar no hace falta olvidarse de lo bueno de las anteriores (digo yo). Vivimos en una sociedad consumista, que tiene su lado positivo, nos guste más o menos todos consumimos y cada uno debe elegir el consumismo con el que se identifica, o el que mejor cubre sus necesidades.

Muchos celebramos días especiales, en los que disfrutamos de cosas que no cubren necesidades básicas, pero si nos hacen sentirnos especiales. Los regalos de los cumpleaños, los detalles de agradecimiento, los fragmentos personales de aniversarios, días del padre, de la madre… aunque de los que más disfruto son los que celebran sin ningún motivo, simplemente son especiales en esencia…
Así que disfrutad del momento, atesorar las buenas enseñanzas de épocas anteriores y transmitirlas, sacar el buen jugo de la presente y actuar en consecuencia…

Por cierto, mañana es un día muy especial, el Día del Libro, aunque preferiría que fuera el Día de las Palabras… disfrutad de él y obsequiarlas por doquier…


lunes, 15 de abril de 2013

...aturullada...


Empiezo a odiar la sensación que me devuelve el día a día. Todo parece ir atropelladamente, muchos diréis, “al menos todo va”, pues sí, todo va, pero no soy capaz de disfrutar de todo ese “todo va”.
 El trabajo es una locura, sí, estoy comenzando y aún no puedo controlarlo todo, pero hay días que la impresión de que no he sabido hacer nada de nada me persigue como un mal asesino con una guadaña mal afilada, hoy es uno de esos días, ¡necesito minutos de noventa segundos para dar a vasto! 
...Llego a casa tarde mal y nunca, (no me puedo quejar mucho…) y la tarde no quiere darme de sí. Mi mente no para de gritarme: ¡Haz tareas!, ¡implícate en la vida y estudios de los niños! (que, por otra parte,  ya no son tan niños), ¡...la compra!, ¡termina de estudiar, resumir, esquematizar manuales!, esto para evitar estar con la mano levantada la mitad de la mañana… 
...Las once de la noche llegan como si las horas fueran segundos, he hecho todo lo que he podido, y tengo tres mil tareas más que deberían estar hechas… todo va deprisa, aturulladamente rápido… y cuando abro la cama recuerdo que no llamé a mi hermana, o a mi amiga Pilar o que las conversaciones que últimamente he mantenido con mi mejor amigo han sido a través de “wassap” y de conversaciones tenían muy poco… empiezo a odiar la sensación de no tener tiempo para cuidar lo realmente importante, y no sé cómo hacer que todo encaje en mi tiempo y en mi vida. 
Necesito trabajar y quiero seguir trabajando (quizás no sea el trabajo de mi vida, pero me gusta…); necesito pasar tiempo con mis hijos, reírme con ellos, escucharles sin estar haciendo tres cosas más a la vez, quiero mi tiempo con mis hijos; necesito hablar con mis amigos, tranquilamente, sin prisas…quiero que sigan siendo parte de mi vida sin la sensación de olvido o distanciamiento…

Odio esta sensación que me invade desde hace unas semanas y que hoy es especialmente intensa… 

...necesito ... necesito...

viernes, 12 de abril de 2013

De dos, para dos...


Inés dejaba que la vida dictara cada momento con despreocupación. Había intentado una y otra vez ser dueña de sus días. Y se había cansado, se había rendido. Los días pasaban sin grandes momentos, sin grandes acontecimientos, sumidos en la tediosa rutina. Había empezado a perder la capacidad de disfrutar de los pequeños detalles. Hoy era igual que ayer, y lo peor de todo, sabía que hoy y mañana serían iguales. Trabajo, casa, compra, fines de semanas tranquilos, sofá, lavadoras, cine…
De vez en cuando, reabría aquel cuaderno, aquel que en otro tiempo le había servido de sumidero emocional. De vez en cuando, recordaba lo soñado… una pequeña pincelada de color…

Juan había conseguido un buen ascenso laboral, el trabajo consumía la mayor parte de su tiempo; apenas tenía tiempo de disfrutar de su éxito. Aunque en su interior todo ese triunfo laboral no tenía la menor relevancia, era un paso, solo eso. Las felicitaciones no eran más que palabras que hacían engordar su ego superficial y el desasosiego emocional que lo invadía.
De vez en cuando, se permitía unas horas vacías de actividades programadas, reuniones maratonianas, presiones toreadas… De vez en cuando, dejaba que algunos recuerdos emborracharan su tiempo… una pequeña pincelada de color…

El día se había levantado embebido en una densa niebla. Poco a poco se fue retirando como quien desaparece en la arena de un reloj. La mañana iba transcurriendo entre nubes y arcoíris. Mientras trabajaba en un proyecto atragantado desde hacía meses recordó algo, colgó el teléfono sin despedirse, apago el ordenador y salió de la oficina sin dar ninguna explicación…


La carretera se alargaba a su paso, no parecía que el destino se acercara, los minutos pasaban dejando tras de sí sentidas horas impacientes… El café del área de descanso dejaba mucho que desear, pero al menos mantendría al cansancio lejos del volante… No recordaba que entrar en la ciudad fuera tan espectacular, las piedras doradas saludaban con gótica educación desde el otro lado de río. Cruzo al otro lado con intención de dejar el coche aparcado junto su antigua casa. Un paseo le ayudaría a calmar el alma, a sosegar los nervios y templar palabras. Caminó por las calles, perdiéndose en sus ruidos… sin querer había llegado a la puerta de la empresa donde trabajó un par de años atrás. Aún recordaba los suculentos pinchos del bar de enfrente… y su recuerdo no le engañaba. Hizo tiempo mientras llegaba la hora esperada. Se apoyó en su coche y allí espero…

Aquel comunicado le había llevado más tiempo del que había programado, veinte minutos más. ¡Qué ganas de llegar a casa! ¡Qué ganas de perderse en la nada! Se despidió del recepcionista y salió a la calle, el sol se escondía tras los edificios, y se agradecía no haber guardado el abrigo. Buscó las llaves, dudando si las había dejado encima del escritorio, cuando levanto la mirada tras encontrarlas dudó de lo que estaba viendo.
Sin mediar palabra se abrazaron… tierno, cariñoso, dejándose llevar…
-       Estaba preocupado, no sabía nada de ti, no contestabas a mis mensajes, ni cogías mis llamadas, ni… estaba preocupado…
-       A eso he venido, a tratar de explicarte…
-       Sube, vamos a casa. Preparamos algo de cena y hablamos tranquilamente…

Abrieron una botella de vino, la acompañaron con buen queso y algo de embutido de la tierra, mientras la conversación explicaba los últimos meses… los miedos fueron desapareciendo, los resquemores se diluyeron, los penseques perdieron toda su fuerza, las suposiciones erradas fueron truncadas…

      La noche les dejó enfrentar el miedo a perderse, les invito a decirse y reprocharse, les regaló el saber que como todo lo importante en la vida, aquella relación había que alimentarla para dos y por dos… al igual que se deshacen las camas…

Inés regresó al trabajo dos días después… nadie le pidió explicaciones, su sonrisa era más que suficiente para responder aquellas miradas…


lunes, 1 de abril de 2013

...abril


-Pero solo estábamos tú y yo… Nadie más lo sintió…
-¿Ya se te ha olvidado?
-No,…no se me ha olvidado…

Extraña mezcla, aunque a veces simplemente hay que dejarse llevar… Dicen que todo ocurre por algo… por algo entraste en mi vida revolucionando todo aquello que tocabas, despertaste en mi demasiados olvidos… Durante los últimos 365 días hemos pasado por muchos momentos, agradables, complicados, tristes, inolvidables, maravillosos, graciosos, impactantes, originales… entrañables…Todos y cada uno de ellos no los cambio por nada, pero eso ya lo sabes… He aprendido a cerrar los ojos y sentir… a quedarme con las ganas de tocar… a marcharme con lagrimas en los ojos sin entender nada… a que a veces menos es más… a sonreír sin motivo aparente… a hablar con los ojos… a que el sonido de esa risa puede hacerme olvidar… he aprendido… Me he sorprendido sintiéndome cuidada, respetada, valorada, querida, deseada… Me he descubierto sintiéndome mujer, amiga, persona…

Curiosamente durante estos últimos doce meses he tenido delante de mi oportunidades que he rechazado, no me interesaban… sólo me ha interesado una, la que tú me regalaste, a la que he sido fiel de un modo inconsciente, solo ahora, mirando hacia atrás me doy cuenta de ello.

Quizás esté equivocada pero aún no sé hacer las cosas de otra manera, aún mantengo la lucha interna entre mi parte racional y la que quiere sentir… no me he alejado, nunca me fui… y no me iré a menos que me lo pidas…; no he olvidado, nunca olvidé… y nunca lo haré a menos que me lo pidas…

…sigo estando ahí, sigo contigo… perdiéndome como desde que lo preguntaste… contigo y en ti…

lunes, 18 de marzo de 2013

...de menos, echándote


Ordenando el montón de cartas, papeles, documentos que hay siempre en la cómoda de la entrada he encontrado aquella foto que tanto me gusta… Me encantan las miradas, las sonrisas, la confianza, la felicidad del momento…me encanta… la foto me trae al presente sensaciones estupendas que añoro… esa burbuja imaginaria que creamos sin darnos cuenta y que es capaz de hacer desaparecer todo lo demás…

No quiero olvidar, no lo haré… pero no quiero que me duela, así que la única solución que imagino es que esos recuerdos siempre sean del día anterior… dulce sueño, dulce susurro...

…seré breve y no buscaré palabras sino recuerdo; que es al que deseo que acudas cuando me eches de menos (ya que no me buscas, aunque me encuentres)… también creo que yo desgasto el recuerdo con avidez diaria. Me haces falta, día… noche… para todo, para nada… en silencio, sin excusas; con miedos enfrentados y sensaciones contradictorias…empapada en esencia… empapada en promesa…


martes, 5 de marzo de 2013

detalles, pequeños detalles...


Las manos posadas sobre el teclado del ordenador, un silencio atronador era dueño de ese momento, nada hubiera perturbado ese instante y sin más todo se volvió bullicio, luz y una sencilla sonrisa afloro en sus labios…

-   Inés, Inés.- tocó su hombro para llamar su atención.- Inés ¿estás bien?

-    Ummm… si, no es nada,…solo un recuerdo…

Había sido una mañana muy fructífera, el proyecto estaba terminado, la presentación ensayada, incluso había tenido tiempo de charlar con los de recursos humanos mientras tomaba su café de media mañana. La jornada tocaba su fin… las tres de la tarde. Era una hora estupenda para hacer una pequeña compra y regalarse una comida casera. Últimamente sus comidas no eran más que sándwich, zumos envasados, refrescos y alguna pieza de fruta. Pasó por el supermercado, escogió diferentes tipos de lechugas, unos tomates, una estupenda rodaja de salmón, un poco de queso fresco, y una botella de aquel vino que tanto le gustaba. En la radio sonaba “durmiendo en tu ombligo”, Inés la canturreaba mientras se dirigía a casa. Dejó su coche en el garaje, hoy ya no lo necesitaría. Preparó la ensalada, el salmón a la plancha y abrió el vino. Se sentó en el sofá dudando entre encender la tele o disfrutar de alguna de las películas que había ido acumulando para ver. Escogió una al azar. “El lado bueno de las cosas”. Le habían hablado bien de ella, aunque a ella le sonara a “pastelada”… disfrutó de su comida, de su vino y de la película, que no resulto ser tan rosa como había imaginado.
Acurrucada en el sofá se dejó embaucar por el sueño y la pereza, la siesta, esa gran desconocida le tendía la mano. Dos horas después, abrió los ojos, algo desorientada. Entre sueños se había tapado con aquella manta, regalo de navidad. Era la primera vez que la utilizaba, sorprendentemente acogedora. Se desperezó, recogió los restos de la comida y se dio una larga ducha, envuelta en su albornoz descubrió que tenía varios mensajes en el contestador que no había escuchado. Uno era de su madre, la invitaba a comer el domingo, tenía algo que contarle. Había varios de amigos que solo querían charlar un rato y saber cómo iba todo, prometían llamar en otro momento. Y el último era de una compañía de mensajería que deseaban saber cuándo estaría en casa para poder entregarle un paquete que tenían a su nombre. Llamo a la compañía y les indicó que esa tarde sería un buen momento para la entrega. Confirmó su asistencia a la comida familiar del domingo… cuando se quiso despegar del teléfono había pasado más de una hora y media desde la primera llamada… no era su intención pasarse toda la tarde colgada del teléfono. 
Se puso su pijama favorito, cogió aquel libro del que todo el mundo hablaba y había sido otro regalo de navidad, parte de una trilogía muy mencionada, lo comenzó a leer en navidades, pero no había podido terminar por falta de tiempo, hoy volvía a retomarlo, era divertido… enfrascada en la lectura se sobresalto cuando sonó el timbre… el repartidor de la mensajería le traía un paquete del tamaño de una caja de zapatos, parecía que hubiera viajado por medio mundo, firmó el recibí y se dispuso a descubrir quién se lo enviaba… No daba crédito a sus ojos, era de Juan desde Australia, pero ¿cómo era posible? Había estado con Juan esa misma mañana, no le había mencionado aquel paquete nunca. ¿Australia? Juan había regresado de su viaje a Australia hacía meses… Abrió curiosa la caja… todo eran pequeños detalles, un botecito con arena de una playa, una caracola, un trocito de madera desgastada por el paso del tiempo, una servilleta de papel con el logotipo de un restaurante llamado “Inés”, un tríptico de unas rutas multiaventura, un bumerán labrado… cuando terminó de ver todo aquello descubrió en el fondo una pequeña nota.

“Me hubiera encantado hacer este viaje contigo, pero necesitaba poner tierra de por medio y aclarar ideas, encontrarme conmigo mismo… Para mi sorpresa, me he encontrado, encontrándote en cada rincón…”

En sus manos sostenía aquella nota, un silencio embriagador era dueño de ese momento, todo desaparecía, nada tenía sentido, solo estaba ella, ella y una sencilla sonrisa…

viernes, 1 de marzo de 2013

...canciones...


El sol se colaba entre las rendijas de la persiana, (¿qué hora podía ser? ¿las diez de la mañana?), alargó la mano para buscar el móvil (los móviles aún no tenían patas, ¿dónde lo había dejado?). Eran las doce y media (¡las doce y media!). La casa estaba demasiado silenciosa, no se oía la radio, ni la ducha, ni… no se oía nada. Había una nota encima de la mesa del salón “nos hemos ido para dejarte descansar, volveremos esta noche. Besos”.  

Había café caliente, incluso alguien había salido a comprar cruasanes recién hechos. Disfrutó de su desayuno mientras echaba un vistazo a la prensa digital, las noticias no hacían que aquel día fuera diferente del anterior, aunque alguna era más que curiosa. Recogió el salón y abrió las ventanas de todas las habitaciones, hacía frío, pero le encantaba esa sensación… se dio una larga ducha y se envolvió en su toalla favorita. Tenía varios “whatsapp” sin leer, dos notificaciones de “twitter” y nueve comunicaciones en “facebook”… le dolía la cabeza, la noche anterior había sido una locura, una maravillosa locura. Algún día escribiría sobre ella, algún día…

Salió a comprar los periódicos del domingo, le encantaba leer la prensa dominical sentada junto a la ventana, en el sofá, mientras se bebía el segundo o el tercer café de la mañana. Los domingos por la mañana su barrio era tranquilo, silencioso, apenas había tráfico… Se hallaba inmersa en un artículo económico que trataba de poner algo de luz en la situación actual de la economía nacional (algo que no consiguió) cuando algo la distrajo, alguien (nada egoísta) pasaba por la calle en coche con la música tan alta que hasta los cristales de la ventana vibraban. La canción que sonaba era una versión de “Alegría” del Circo del Sol de Dj Varo.

¿Aquella canción? aquella la había escuchado y bailado la noche anterior varias veces. Se había encontrado con Juan en uno de los locales más especiales de la ciudad. Mientras sonaba la canción Juan le había susurrado al oído “cada vez que la escuches no podrás evitar pensar en mi”. Ella rió aquella ocurrencia casi adolescente y siguió bailando y disfrutando de una noche que tendió a tornarse interesante…

El generoso con la música pasó varías veces junto a la ventana de Inés, curiosamente siempre sonaba la misma pista haciendo que Inés cerrara los ojos y volviera a sentir las sensaciones de la noche anterior… Cerró los periódicos, se acurrucó bajo la manta del sofá y cerró los ojos, allí las sensaciones regresaron entre sueños y canciones…

jueves, 28 de febrero de 2013

...sensaciones encontradas


Vuelve la lluvia, vuelve la penumbra, vuelve el frío, vuelve… vuelvo a casa (espero que por poco tiempo, eso sí, aunque nunca se sabe), vuelvo a mi aguja de gancho, a mis lecturas más complicadas, a mi tiempo con mis hijos (¡sí!), a la compra sin prisas, a los pucheritos, a mi ventana… vuelvo…

Con las sensaciones encontradas, muy encontradas. Se acabó el suplicio, la tensión, los malos ratos, las malas caras, las faltas de respeto… se acabó tragar por un mísero sueldo. Aunque también se acabó el tener un ritmo de día útil…

¿No fui capaz de adaptarme?, ¿no fui capaz de desaprender y volver a los tiempos de antaño?, ¿no fui capaz de entrar en su juego? Tragué y callé, mas no sonreí… y eso fue lo que me desplazó. Quizás he perdido la capacidad de adaptación (estoy avocada a la extinción), quizás he perdido la capacidad de aguante, la capacidad de evolución (involución en este caso, lo que os digo, avocada a la extinción), quizás he perdido muchas capacidades… la dignidad ha sido la que no he perdido, quizás no supe ponerme en mi sitio, o no fui la luchadora que en otro tiempo fui… incluso en algunos momentos me he mordido la lengua más de lo deseable y me envenené. No lo he sabido hacer, no he sabido aprovechar la oportunidad, no he sabido…

…sensaciones encontradas...

martes, 19 de febrero de 2013

Treinta y nueve...


Habían pasado días, todo lo escrito se revolvía contra ella, aquel cuaderno la seguía señalando con el dedo. Las páginas manchadas de tinta no encontrarían más que un dulce descanso en alguna de las estanterías de su habitación.

Escribía para despojarse de la imagen que el espejo le devolvía, o al menos de la que ella creía ver, autocríticas mal plasmadas, palabras que sacaban las uñas y la herían sin control. Y el poder de las mismas era tal, que su cuerpo comenzaba a sentirse enfermo. Nada llenaba su tiempo, la cámara lenta se había instalado en su vida. Ni su trabajo, insano trabajo, ni su afición a la lectura, ni… nada.
Acurrucada bajo las mantas mientras la fiebre acampaba con ella sin motivo aparente, repasaba y regresaba a momentos vividos, a momentos inventados, a momentos dolorosos, a momentos… y se marcaba pequeñas metas, para el día siguiente (con permiso de la fiebre, claro está), para el fin de semana, para el mes siguiente, para el año siguiente… pequeñas metas. Y cuando la decisión aún estaba aflorando la necesidad acuciante de desaparecer diluida bajo aquellas mantas cobraba vida…
…quizás una ducha evitaría aquello que parecían ser pensamientos provocados por delirios más que por razonamientos personales… las tiritonas hacían que disfrutar del agua deslizándose sobre su piel fuera un mal relato erótico, se obligó a mantenerse bajo el chorro de agua templada unos minutos más, su piel erizada transmitía sensaciones contradictorias, salir o no salir, esa era la decisión. El frío se apoderó de su cuerpo aunque el termómetro no estuviera muy de acuerdo, treinta y nueve, un bonito número… Regresó de nuevo bajo las mantas, sus dientes marcaban un ritmo desigual, atropellado, desesperante. Se abandonó al tiempo, a las críticas, a las sensaciones, al cansancio… al sueño y por fin logró que dos horas parecieran cinco minutos… de regreso a la cruda realidad aquel bonito numero había reducido su importancia, treinta y ocho y medio era un número de lo más común. Empapada en sudor se dirigió a la cocina, necesitaba beber algo, aunque no le apetecía demasiado. Allí, encima de la mesa blanca, estaba aquel cuaderno de pastas rojas, aquel malvado conjunto de palabras que empezaban a resonar de nuevo en su cabeza, leyó las últimas líneas mientras tomaba un sorbo de agua de un vaso desproporcionadamente grande… las últimas líneas no eran más que producto de la fiebre que la acompañaba…

“…el cartero había dejado un gran sobre en el buzón. No había remitente, una etiqueta perpetraba su nombre de forma tan anodina que casi se sentía ofendida, ninguna señal, nada. Publicidad, pensó mientras entraba en casa, dejó el correo encima de la mesa del salón, encendió la calefacción, llenó una olla con agua y un poquito de sal, sacó la ropa de la lavadora, encendió el ordenador, tendió la ropa en el tenderete del pasillo, contestó una llamada de teléfono (esta vez sí era publicidad), puso la pasta en el agua hirviendo… tras la comida se fumó un cigarrillo sentada en los escalones del patio, sus hijos dormían la siesta como siempre, y cuando regresó al salón vio de nuevo aquel sobre… encendió la televisión, alguna cadena echaría una película decente… Abrió el sobre, no entendía muy bien el contenido, de hecho volvió a comprobar que era su anodino nombre el que estaba escrito en el sobre… un billete de bus a un pueblo que no conocía y la reserva de una habitación en un pequeño hotel del mismo, unas instrucciones extrañas le indicaban la fecha, la hora de una cena a la que estaba invitada…”

lunes, 28 de enero de 2013

Espiral de indiferencia...


…la manta se deslizó dejando al descubierto su cuerpo desnudo. Se había escondido tras un cigarrillo con el fin de olvidar lo visto unos minutos antes…
Aquel ascensor no era peligroso en si mismo, el verdadero peligro habitaba en lo que su poderosa imaginación le había mostrado dentro de él y le había hecho sentir de forma tan vívida.
Las palabras aún retumbaban en su cabeza, junto con las imágenes proyectadas de forma repetitiva… entraba sin remedio en la espiral de la indiferencia y no veía salida posible…

“…demasiado complicado…” le había oído decir entre lagunas de memoria y besos prohibidos.

“…estás loco, tienes estabilidad y una vida casi hecha… simplemente tienes una mala racha, olvidarlo es lo mejor que puedes hacer…” las palabras brotaban de la boca de alguien que apenas conocía.

“… ¿…ella… por qué no yo?... “éstas no salieron al exterior, pero fueron gritadas tantas veces que parecían las más reales.

Así, sin más, fue vetada en sus propios sueños… malas pasadas que juega el subconsciente cuando le dejamos campar a sus anchas.
Se había despertado como cuando tenía pesadillas siendo pequeña, ignorando las imágenes y haciendo que la lógica regresara a su cama. Empapada en sudor se envolvió en una manta y salió al patio en busca del frío. Sentada en los escalones, mientras apuraba un cigarrillo… las estrellas aún la contemplaban…  desterraba imágenes amenazadoras, sensaciones aterradoras y pensamientos ridículos, su móvil anunciaba que su subconsciente veto no era más que un mal sueño.

-“…estas despierta? …puedes salir un momento?”
Leyó el mensaje, incrédula, un par de veces y se asomó a la puerta…
…una sonrisa la acogía y hacía desaparecer el mundo…
Se acercó y rozo sus labios sin apenas susurrar una palabra. Saboreó cada segundo…
-“…sólo quería besarte…”
Subió a su coche y desapareció…

El sonido del teléfono se hizo atronadoramente real, era la alarma que anunciaba un nuevo correo… abrió los ojos… sólo eran las seis menos cuarto de la mañana… sólo había sido un extraño sueño… sólo era lunes… sólo…

…espiral de indiferencia que la sumía en la más absoluta impotencia…

sábado, 26 de enero de 2013

...todo bien


Puedo esconder mis manos para evitar tocarte, mas no mis ganas… Puedo silenciar palabras para ahogar verdades, mas no mis ganas… Puedo ignorar sentimientos para no comprometer, mas no mis ganas… y a veces mis ganas me juegan malas pasadas…

El tiempo diluye todo, incluso las necesidades más básicas, pero que el reloj no pare, no significa que no se encuentre ese placer ancestral de acurrucarse íntimamente en lo conocido, en lo acogedor…

Aprendemos a posponer decisiones complicadas y nos dejamos llevar haciéndonos prisioneros voluntarios del día a día. Aparentamos que todo va bien aún sin querer lo que tenemos por miedo a perderlo.

A veces hay que luchar, pero otras, una retirada es una gran victoria. Casi siempre tiramos demasiado de la cuerda, casi siempre la cuerda se rompe y con un poco de suerte no nos da en las narices, mas en ocasiones hay que dejar que la cuerda no parta, por respeto, por madurez, por cariño, por todo lo compartido, por hacer un pequeño homenaje a los buenos momentos vividos…

Me gusta la gente que es lo que es, sin zarandajas… me gusta la gente que lucha hasta el final y también la que sabe cuando llegó éste… me gusta la gente que no finge, que no esconde, que es capaz de hacer suyos momentos muy complicados… me gusta la gente que sin olvidar quién es se adapta a las situaciones lo mejor que puede… me gusta la gente que se desnuda sin pudor ante los suyos… me gusta la gente que tiene la mirada sincera… me gusta la gente que de sus imposibles crea una posibilidad…

No logro entender que no aproveche cada oportunidad, cada posibilidad, cada momento para acurrucarse… claro que mis imposibles son sus posibles y en ocasiones los posibles nos pasan desapercibidos…

Deseo que ese “todo bien” sea mucho más real de lo que ha sonado en mi cabeza. Sigo estando ahí, como siempre...

viernes, 11 de enero de 2013

Esencia de promesa


…Qué difícil es estar tan cerca y no poder besarte…, había dicho en pensamientos una y mil veces mientras trataba de conciliar el sueño.

…Qué difícil es estar tan cerca y no poder sentirte…, había dicho con la mirada mientras buscaba el arcoíris entre el blanco y el negro.


Aún no creía que hubiera sacado aquel billete. El tren traqueteó durante unas  horas. Las imágenes que la ventana le devolvía cambiaban paulatinamente. El amarillo iba desapareciendo y el verde invadía cualquier espacio. Su aventura podía ser una locura, pero sería una gran historia que contar a los nietos, pasara lo que pasara…
El amanecer le acompañaba en su pequeña escapada. Una pequeña maleta le recordaba que su decisión parecía parte evidente de una enajenación pasajera. Bajó la ventanilla para disfrutar del primer aire del alba. No había mucho tráfico, le gustaba conducir…


Allí estaba… Inés se había descalzado, hacía demasiado tiempo que no sentía bajo sus pies esa sensación tan deseada. Aún le quedaba media hora…
Desde la cafetería podía descubrir una y otra vez aquel paisaje que no reconocía y tanto había echado de menos. Juan disfrutaba de su café…


Las siguientes horas transcurrieron entre palabras mudas preñadas de deseo, suspiros robados a caricias prohibidas, y preguntas impedidas que por fin encontraban voz. Unas horas, unos instantes… una vida tornada en esencia…


Hace algún tiempo, Inés y Juan habían prometido encontrarse lejos de todo. Entre risas y bromas, eligieron un lugar desconocido para ambos, un día al azar y una hora. Ninguno volvió a mencionar la conversación, mas ninguno de los dos la olvidó…

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