Cuentan las malas
lenguas que los martes que caen en trece no son días especialmente buenos. Y al
parecer todo esto tiene su fundamento, un tanto raro, eso si, pero como tantas
y tantas cosas.
Las mitologías han
contribuido de forma muy eficaz a ello. La griega, nos presenta a Marte, Dios
de la guerra, cuyo día de la semana era el martes. Las mitologías nórdicas
(poniendo su granito de arena) muy dadas a banquetes de alto standing cuentan
como a uno de estos opulentos eventos fueron invitados doce dioses y ¡oh!, ¡oh!
¡sorpresa! apareció un dios sin invitación (el número trece), aquel dios era Loki,
espíritu de la pelea y el mal.
Constantinopla cayó
en manos de los turcos un martes, ¡mala suerte! No para los turcos claro. Seguramente
ahora si que tiene sentido aquello de “todo depende del cristal con que se mire”.
Para los
occidentales, que hemos crecido bajo la influencia poderosa del cristianismo,
la historia se complica un poco más, ya que trece fueron los comensales que
asistieron a lo que todos conocemos como “la última cena”. Y el invitado número
trece era Judas, el traidor. Y para más inri, el anticristo y la bestia hacen
su espectacular y grotesca aparición en el capitulo trece del Apocalipsis.
Así, si mezclamos churras con merinas, ya
tenemos una manera muy especial de hacer de un día como otro cualquiera, algo aterrador.
El paso del tiempo y la sabiduría popular ha hecho el resto. Todos conocemos
dichos como “… ni te cases, ni te embarques” a los que muchos añaden: “… que
hoy ni las gallinas ponen…” o “ en martes ni hijo cases, ni cochino mates”. Claro,
que esto no deja de ser algo que el pueblo creó en su afán de mantener vivas
las ancestrales historias que los contadores de cuentos narraban con todo lujo
de detalles e invenciones en las plazas de pedanías, pueblos y urbes. Historias
de viejas y alcahuetas, brujas y hechiceros… y de astrólogos que se guían por
las doce casas por las que se rige el universo (el astrológico, por supuesto),
la muerte esta representada en la carta número trece del tarot, hay hoteles sin
planta trece, incluso los hay que aseguran que las experiencias vitales son
doce y una más supondría una patada en los mismísimos a sus creencias…
¿Y sabéis otra cosa?
Triscaidecafobia es el miedo al número trece, pero aún hay
más, trezidavomartiofobia
es el nombre que recibe la patología que padecen las personas que sufren un
miedo irracional a los martes trece…
Haciendo caso de la sabiduría popular, habiendo
colocado ajos en todas y cada una de las ventanas y puertas de mi morada,
olvidando mirar el reloj hasta las doce y el calendario hasta mañana, me voy a
vivir aventuras (y desventuras) mucho menos peligrosas y aterradoras con mi capitán
Alatriste…