martes, 22 de mayo de 2012

...esos trenes...


Debería haber pedido permiso para escribir esta historia mas no lo he hecho. Ayer encontré una historia escrita en unos folios desgastados. Algunas de las partes están transcritas exactamente del original, otras son una burda intención de rellenar las partes ilegibles…

En tierra de nadie me encuentro, tratando de racionalizar sensaciones que me piden dejarme llevar.
No es fina mi pluma si trato de describir en una sola palabra la vida que me has devuelto. Maravillosa…
Complicidad que me hace rozar las nubes; el sonido de tu risa, que aún en el peor de los momentos, me saca una sonrisa sentida; criticas que me azuzan a seguir; besos buscados y encontrados; sentirme protegida en tus abrazos; buscada en la sutileza de los roces fortuitos; deseada en tu mirada…
Como bien me recuerda una amiga “los puentes se cruzan cuando llegas a ellos”. Mas cuando te encuentras al borde del precipicio el puente tienes que construirlo tú… Nadie nos pregunta si queremos nacer en este mundo, supongo que tampoco nadie decide por nosotros… muchas de las elecciones que hacemos no las tomamos de forma consciente. Y otras, de las cuales creemos ser conscientes, no son nuestras. Elegimos nuestra ropa, elegimos qué comer, elegimos nuestras casas, nuestros estudios, si salimos pronto o llegamos tarde… pero muchas de nuestras supuestas elecciones no son tales.
Todos habremos oído en alguna ocasión que la familia no la elegimos pero los amigos sí. Probablemente esto será cierto en algunas ocasiones, aunque creo que la elección real está en que escogemos a las personas de las que no seremos amigos, el resto llega a nuestras vidas por pura casualidad. Al igual que no elegimos a esas personas especiales que en un momento efímero de nuestras vidas, nos ilusionan, nos mueven, nos enamoran. Pensadlo bien, ¿elegimos a nuestros amores? No lo creo. La fortuna, la vida o el destino (cada uno que lo llame como quiera) las pone en nuestro camino. A veces correspondidas y otras no. Las vidas entrelazadas no tienen porque llegar a cruzarse. Los sentimientos no los controlamos o elegimos, simplemente son. Eso sí, elegimos dejarnos llevar por ellos o confesárselos a la luna para que nos guarde el secreto y en ocasiones ese secreto, en un acto de absoluta grandeza, nos permite ver como esa persona es feliz y no con nosotros… Seguramente sea doloroso, pero nadie nos dijo que no se pudiera llorar mientras sonreímos.
Así, aunque tengamos la sensación de llevar tatuada en la frente alguna palabra del calibre de “tonta”, posiblemente, dejar pasar el tren sea una de las elecciones más altruistas que podamos regalarnos.

Me perdería contigo y en ti… sin dudarlo…

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